domingo, 30 de noviembre de 2008

Superación Capítulo 6









Nara
Pyros





Pyros se llevo una mano a la espalda y se fue girando para atrás mientras la columna le crujía, después giró el cuello de un lado para otro emitiendo también unos crujidos. Con el dolor del golpetazo contra la pared ya disminuido por aquellas extrañas contorsiones, Pyros, volvió a encender su peta y le dio una larga calada.


-Si es eso lo mejor que puedes hacer, será mejor que te retires, puedes salir dañado.




-Como te atreve a amenazarme, hasta ahora nunca has podido vencerme, que te hace pensar que esta vez será distinto.





Dicho esto salió corriendo hacia Pyros, provocado por aquellas palabras. Cuando por fin lo tuvo a tiro, le soltó un directo a la cara, que fue esquivado sin esfuerzo, pero, inmediatamente después un gancho a la boca del estomago, casi invisible y rapidísimo, impacto en su objetivo, o eso parecía. Lo último que pudo ver Wolx, antes de que su adversario desapareciera tras una nube de humo, para transformarse en un papel, fue una sonrisa sádica y burlona, había caído en su trampa.

Mientras Wolx corría y atacaba a Pyros, dos copias, que se encontradas escondidas agachadas detrás de la mesa, se acercaron silenciosamente por la espalda. Wolx, cegado por la furia, no se había dado cuenta de este movimiento oculto, ni de los sellos realizados Pyros en su espalda mientras le hablaba.
A la vez que se enredaba en el papel, por el cual Pyros había sustituido su cuerpo, las copias le agarraron fuertemente, dándole a Pyros unos valiosos segundos para contraatacar.

Sin dejar tiempo a pensar, Pyros sacó de su bolsa 3 kunais, que arrojó a su adversario. Mientras estos aún estaban en el aire, concentró su chacra y tras unos veloces sellos, los kunais, comenzaron a arder en el aire, volviéndose al rojo vivo.

A pesar de tantas molestias, apenas había conseguido herir a su adversario, pues, este, en un brusco movimiento, se zafó de las copias que le tenía preso y consiguió esquivar 2 kunais, el tercero, consiguió impactarle en el brazo, dejándole un agujero en la ropa y una pequeña quemadura en el hombro.
Llevándose la mano al hombro, se arranco el kunai, y apretó la herida.


-No eres tan ignífugo como parecía, al parecer, si consigo atravesar tu capa protectora de la piel, si puedo quemarte.

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