martes, 30 de marzo de 2010









Nara
Pyros








-¿Has oído eso Jack?, ¡PYROS HA REGRESADO!








Aaron dió un paso atrás, impresionado por la inmediata recuperación de aquel nara que hasta hace unos momentos no hacía más que lamentarse.





-No me hagas reir, ya es demasiado tarde para tí. Controlo a tu hermano en nivel superyonki, y tú ya no puedes utilizar ese nivel por más tiempo hoy, tu cuerpo debe de estar destrozado después de tu anterior pelea con Argus.











Pyros apoyó sus dos manos en sus rodillas y se levantó poco a poco.




-Jajaa... veo que la duda en tus ojos... -El nara alzó la cabeza y miró a su oponente fijamente a los ojos. -Te fumé una vez... puedo volver a hacerlo...






-Eso habrá que verlo.













Con unos silenciosos gestos Aaron mandó a su nuevo títere a la carga, directo hacia su hermano. Pyros saltó esquivando el ataque de Kertch y luego se lanzó
a toda velocidad hacia Aaron, papel en mano, dispuesto a acabar el porro que empezó tantos años atrás. A juzgar por el rostro de Aaron, aquella carga debía de traerle recuerdos no muy agradables: esa cara demoníaca, aquellos ojos fuera de sus órbitas, la mandíbula desencajada, aquél tic...


Estaba a punto de darle alcance, cuando un imparable chorro de aire lo barrió como si de una mota de polvo se tratase, estrellándolo contra uno de los muros, que se desplomó encima del aturdido Pyros.


Al estruendo del derrumbe lo siguió unos segundos de calma y silencio, nada parecía moverse bajo los ladrillos del muro derruído. Todo permaneció inmóvil hasta que una mano que sujetaba un enorme papel, salió de golpe de entre los trozos de piedra que cubrían la superficie de suelo próxima al muro derribado.




-No sé tú pero... -Dijo interrumpiendo la risa de Aaron, mientras apartaba escombros para poder salir de nuevo a la superficie. -yo soy de los que creen que no se puede alterar el pasado... cof, cof... ¿no te parece demasiada casualidad que hayas reunido en esta sala a las dos personas que más ganas tienen de fumarte?.
-"Maldita sea, a este ritmo no podré aguantar mucho más tiempo en esta pelea, mi cuerpo está demasiado exahusto después de haber sido forzado a mantener el nivel de super yonki durante tanto tiempo, pronto despertará el Yonko. Es imposible que pueda vencerle en estas condiciones y tampoco podré acercarme a Aaron mientras se encuentre bajo su control... me pregunto cómo puede mantener completamente controlado a Kertch y a tantos soldados durante tanto tiempo sin mostrar signos de agotamiento... tiene que haber algún tipo de amplificador...".





Las divagaciones de Pyros quedaron interrumpidas por la brutal acometida de Kertch controlado por Aaron, que de nuevo lo lanzaron por los aires estampándolo esta vez contra un enorme monolito de un color verde fulgurante. Tan rápido como pudo el nara se reincorporó, cubríendose con las manos las zonas vitales, temiendo un segundo y final ataque.




-"... ¿no ataca?... ¿no quiere o no se atreve?..." -Dijo mirando de reojo al monolito que se encontraba a su espalda. -"...ese color me resulta familiar, es tecnología suu, de eso no hay duda... es una remota posiblidad pero ¿y si esto es el amplificador?... debe de haber alguna forma de comprobarlo sin que él sospeche nada, no conviene que sepa que conozco su punto débil y tome posiciones defensivas...".



Pyros dió un salto, alejándose de la piedra y de Aaron, para que su movimiento no fuera considerado amenazante.
-"si estoy en lo cierto, al alejarme de esta piedra debería de volver al ataque" -En cuanto el cuerpo del nara se separó unos cuantos metros de la inmensa piedra verde, la marioneta de Aaron recuperó la agresividad de antes, lanzándose de nuevo a la carga.



-"¡Bingo!, que comience el plan "porro fumado va a ser refumado"".






Con un ágil movimiento, Pyros dobló su espalda hacia atrás, esquivando la porroespada que venía a toda velocidad hacia su cuello. Aprovechándo la ventajosa posición que le daba el haber esquivado un ataque y encontrarse a la distancia perfecta para una contra, el nara agarró el enorme peta que tenía en su boca y sopló la ceniza apuntando a los ojos de su hermano.

Sin perder un segundo, Pyros se lanzó a la caza de Aaron, aprovechando la momentaria ceguera de Kertch. Todo su plan dependía de aquella carga, la dirección había sido ya planeada, el tamaño del papel, cuando debía de ser extendido... todo había sido pensado, no había margen para el error, debía de crear un punto ciego en la visión de su adversario lo suficientemente grande como para que sus maquinaciones pasasen despaercibida.

miércoles, 24 de marzo de 2010






Nara Kertch












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La monstruosa criatura no daba tregua. Además, Kertch no sólo debía preocuparse de esquivar los ataques y embestidas del monstruo, sino que también debía empujar y cargar con su hermano constantemente, que parecía indiferente a morir aplastado por el gordo bicho.

- GORDINFLAS COMEEEER!!! GORDINFLAS APLASTAAAAAR!!! Y GORDINFLAS VOLVER A COMEEEEER!!!












-¡¡Maldita sea, Pyros, muevete!! ¡¡No puedo cargar con los dos todo el tiempo y además enfrentarme a esa cosa!!








-No... yo... merezco morir... salvate tú, que nunca has dejado un peta sin fumar... yo no lo merezco... oh, dios mío... ¿qué pensaría Jack si viera lo que he hecho?... le he... fallado... me he fallado a mí mismo...



Kertch no tenía tiempo para darle dos bofetadas a su hermano y espabilarlo. Gordinflas dio un salto y cayó contra el suelo haciendo que toda la estructura de la torre se tambalease brutalmente. Kertch logró esquivarlo con una voltereta, se encaró a la criatura y decidió que debía concentrar su atención en él para salvar a su hermano.


-¡Eh! ¡Bola de sebo andante! ¡Intenta comerme a mí! ¡Vamos! ¡¡Comeme!!






Kertch era consciente del peligro que tenía aquella maniobra. Había visto una vez a un chiquillo usar una versión muy parecida de la frase con su hermano, y el resultado había pasado a los anales de la historia Suu como una de las más terribles masacres fumetas registradas.

Gordinflas dirigió su mirada hambrienta hacia él, con los ojos desorbitados de pura ansia y se lanzó implacable contra él tan rápido como sus rollizas piernas le permitían. Kertch supo que no podria detener ese ataque a menos que hiciera algo muy desagradable. Había evitado por todos los medios hacerlo, pero...

-Es increíble... he derrotado al comandante máximo de la Liga, me he enfrentado a su versión desbocada por el poder oscuro del peta. todo ello sin recurrir a transformarme en superyonki, y ahora tengo que hacerlo por un gigante obeso que en condiciones normales podría vencer fácilmente.
Maldición... estoy demasiado cansado.




Kertch redujo uno de sus porro-espada a su tamaño y forma original. Con un candelabro situado en una de las esquinas lo encendió y se lo llevó a la boca con cara de absoluta resignación.

Gordinflas inclinó el tronco para embestir como lo haría un toro, mientras balbuceaba algo de que era una vaca hambrienta. Su cabeza se frenó en seco al impactar contra una durísima espada que ahora Kertch sostenía fácilmente, con una sonrisa de superioridad y un aura de luz verdosa a su alrededor.


-Parece que es la hora de tu San Martín, cerdito.






Empujó el arma hacia adelante, mientras un sorprendido Gordinflas retrocedía, aplastado por una fuerza debastadora a la que nunca se había enfrentado. Kertch desvió con la hoja el cuerpo del monstruo, que se dio de bruces contra el suelo, provocando un enorme cráter al impactar con la cabeza.

Kertch se giró hacia él y dio dos cortes al aire, que silbó estridentemente mientras dos ondas de energía avanzaban hacia Gordinflas seccionandolo en una cuchillada con forma de equis.

El gigante bramó con todas sus fuerzas antes de que su cuerpo se partiera en cuatro trozos, y los pedazos cayeron al suelo causando otro estruendo. El peliverde se giró hacia Aaron, el petakage, que lo miraba blanco de miedo y asombro.

-¡¡No!! ¡Tú... no deberías ser capaz de hacer eso! ¡Ni siquiera estás controlado por el Yonko! Es imposible que tengas ese nivel de poder tan pronto... ¡¿Cómo demonios?!









-Puedes ir diciendo tus últimas palabras, viejo. Este combate ha terminado.





-JAJAJAJAJA, ¿eso crees? ¡De ninguna manera! Esto sólo acaba de empezar. Si no puedo derrotarte, al menos me aprovecharé de esa fuerza... y de paso acabaré con tu molesto hermanito.
¡¡Poder de LA CHINA!!







-No... eso no puede ser... todavía estás controlando a los soldados de ahí fuera... y aunque los soltases ahora de golpe, deberías estar demasiado agotado como para... ¡¡Un momento!! ¿Cómo has podido controlar a tantos soldados a la vez? Se supone que LA CHINA te obliga a controlarlos de uno en uno. A no ser qué.... ¡¡NO, MIERDA!!



Kertch miró un segundo el monolito de color verdoso que Aaron tenía detrás y comprendió que estaba perdido. Un momento después notó en su mente un fogonazo de luz y después todo se volvió negro.

El Kertch controlado por Aaron miró fijamente a Pyros, con orden de aniquilarlo. El Petakage, tras él, sonrió y dio una única orden a su esclavo.


-Mátalo.









Kertch se lanzó contra Pyros a toda velocidad, aún rebosante de poder en estado de Superyonki, mientras el rubio le veía venir con la mirada perdida e indiferente a todo.


-Si... supongo que lo mejor es que me mates tú. Al menos así tendré una muerte digna...





Detrás, el Petakage reía y se frotaba las manos.

-¡¡SIII!! Por fin... después de tanto tiempo, mi venganza se verá cumplida... Debo acordarme de darle las gracias a mi queridísimo hijo por sacarme del pasado justo a tiempo... Ese pequeño es adorable.







Al escuchar las palabras "sacarme del pasado" algo se activó en la mente de Pyros. Un chispazo de luz al final del túnel....
Tenía que asegurarse de haber oído bien.

Kertch lanzó dos ondas cortantes que se desplazaron por el aire a toda velocidad. Pyros consiguió esquivar la primera, pero la segunda le alcanzó de refilón en el costado, provocándole un tajo de profundidad considerable que empezó a sangrar. Pero al rubio eso parecía no importarle. Se giró hacia el Petakage, mientras trataba de esquivar sin mucho éxito los ataques de su hermano.


-¿Has dicho... "sacar del pasado"? ¿Qué significa eso?







-Aunque te lo diga no vas a poder escapar de tu hermano en su nivel de Superyonki, así que supongo que podría decírtelo, jejeje. Lo cierto es que... De alguna forma Uranior viajó al pasado y me rescató justó antes de ser fumado. El viaje en el tiempo causó alguna distorsión en el plano temporal y mi ser se duplicó por algún motivo. El que tú te fumaste era yo, pero entonces no tenía en mi poder LA CHINA. Ahora nada ni nadie puede detenerme.




Aquellas palabras fueron cayendo sobre Pyros como una bendición, de forma que, con ellas, a cada segundo su cuerpo se erguía un poco más. Cada vez con mayor confianza en sí mismo, mientras recuperaba su fuerza. De un salto esquivó una cuchillada letal de Kertch y dio una larga calada al peta que tenía entre los labios, sonriente.


-¿Sabes qué? Nunca deberías dar por fumado un peta... antes de darle la última calada, querido tío...

jueves, 11 de marzo de 2010









Nara
Pyros






Pyros yacía arrodillado en el suelo, cabizbajo, incapaz de levantarse y plantar cara, mientras, en el exterior, Kertch observaba cómo su adversario se desingraba con una violenta explosión, explosión que le lanzó directamente al interior de la sala en la que se encontraban Pyros y el petakage.

-¿Todo va bien hermano?, he notado una perturbación en el peta... bueno ahora supongo que todo da igual... al fin y al cabo soy uno de ellos... -Dijo agachándo aún más su cabeza.






Kertch tardó unos segundos en entender, en parte, lo que pasaba en aquella habitación, eran demasiadas noticias nuevas y demasiados cabos sueltos como para procesarlo todo automaticamente. Había aún una cosa que no le encajaba, y que seguramente era la clave de todo, que hacía Aaron allí.



-Bien, bien... al fin todos aquí rehunidos, veo que mis guardias no han sido capaces de deteneros, ¡escoria!, pero da igual, pronto todo estará como debía de haber estado desde un principio.

















Y sin esperar a que le devolvieran el saludo, se lanzó espada en mano, hacia Kercth, que se encontraba atendiendo a su gravemente herido hermano. A duras penas consiguió esquivar el ataque para luego contraatacarlo con un poderoso chorro de aire, mientras seguía tratando de hacer entrar en razón a su hermano.


-Vamos... no te rindas ahora... tienes que luchar... -Dijo mientras le tiraba de un brazo para intentar ponerlo de pie.








-¿Y de qué serviría?, todos los valores sobre los que he construído mi vida acaban de venirse abajo... ¡déjame!, no merezco ni llamarme porreta... ¡¡¡LO SIENTO JACK!!! ¡¡¡¡LO INTENTÉ PERO HE FRACASADO!!!! -Dijo zafándose del agarre de Kertch, que lo mantenía alzado por el brazo, cayéndo de nuevo al suelo de rodillas.






-Ajajaa al fin uno que ha entendido lo inútil que es enfrentarse a mí, deberías de hacer caso a tu hermano Kertch, o... ¿debería de llamarte Yonko?. No creas que he olvidado tan pronto que intentaste fumarte a mi villa, y a mi con ella. Por eso que he planeado esta venganza, venganza que está a punto de ser acabada. -Y junto con estás palabras, Aaron, sacó un pequeño artilugio con un botón rojo en medio. -Despediros, Gordinflas acecha. -Dijo pulsando aquél diminuto botón.












-¡¿Qué demonios?!.










El suelo comenzó a temblar y a emitir crujidos, las paredes parecían moverse, de hecho, una de ellas lo hacía. La pared del fondo, estaba elevándose sobre el suelo, como si de una puerta gigante se tratara. Detrás de ella se dibujaba, cada vez más entera, la silueta de lo que parecía ser una esfera.

Cuando la pared estaba completamente alzada, dejándo un enorme pasadizo entre habitáculo y habitáculo, la enorme figura dio un paso hacia delante, y como si de un seismo se tratase, empezaron a caer trozos de techo por toda la habitación con cada uno de sus movimientos, acompañados siempre, por la misma palabra: "Comer".



En una habitación no muy lejos de allí, Hino daba todo lo que tenía por derrotar a su adversario, Jerjestron. Sabía que esta era una oportunidad única para vengarse de todas las vejaciones que había sufrido a sus manos y para demostrar que con él no se jugaba.



-¡Prepárate!, ahora hay algo personal entre nosotros.






Hino sabía que esa lucha iba a ser bastante dura, no sabía de lo que era capaz ese robot y las energías empezaban a faltarle por el agotador combate anterior, del que por poco no sale con vida.

Hino esquivaba a duras penas las devastadoras embestidas de aquella máquina viola niños mientras pensaba la forma de poder hacerle frente, buscaba algún punto débil que poder explotar.
Toda la circuitería estaba bastante bien protegida y aislada, no parecía ser vulnerable ni al agua ni a ataques superficiales. Si quería derrotarlo debería de poder traspasar la capa superior de protección, pero en el nivel de porreta en el que aún se encontraba le era imposible fumar metal.

El joven porreta miró a su alrededor, en busca de algo con lo que defenderse, no esperaba encontrar un arma muy afilada, pero si algún palo con el que abollar la armadura robótica de Jerjes, pues con su kunai no iba a hacerle más que rasguñitos.






Gordinflas se acercaba cada vez más rápido a la pareja de hermanos, su cuerpo oscilaba de derecha a izquierda para mantener el equilibrio cada vez que daba un paso. Cuando estuvo a la distancia correcta dio un manotazo al par de naras. Kertch con un ágil salto propulsado por chorros de aire, Pyros sin embargo no se inmutó, quedándo atrapado por la enorme mano del inmenso ser. Estaba a punto de ser engullido cuando, la porroespada lanzada por su hermano, impactó en la mano de Gordinflas, clavándosele hasta la empuñadura. El enorme monstruo soltó con un grito a Pyros y se llevo la mano a la boca, para chupar la sangre que salía de la profunda herida.

miércoles, 10 de marzo de 2010






Nara Kertch












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El combate había alcanzado su punto álgido muy deprisa. Kertch con la espada legendaria y Nathaniel con su nivel de Superyonki habían multiplicado sus fuerzas por mil, y el terreno que los rodeaba se destrozaba por momentos, incapaz de contener la espeluznante cantidad de energía que se estaba acumulando sobre el campo de batalla.

La electricidad estática generada por el choque de fuerzas empezó a cargar el cielo, provocando relámpagos que atravesaban el cielo, teñido de rojo y negro por la caída del sol.

Kertch dio un mandoblazo con el Buco y al momento empezó a caer una lluvia torrencial. El agua cayó y cayó tan deprisa que muy pronto todo el terreno se inundó, mientras gigantescas olas danzaban al ritmo que el Nara marcaba con su espada, sostenido en el cielo. Mientras, los rayos caían por todas partes, impactando contra el agua y creando pequeños fogonazos de luz y chispas.

Nathaniel, por su parte, estaba levitando sobre un manto de hojas de marihuana, mientras otras hojas volaban a enorme velocidad a su alrededor, como flechas embravecidas configurando una gran esfera protectora que envolvía su cuerpo por completo.


-Esas hojas no van a poder protegerte por mucho tiempo... estás acabado.






Y dirigió el flujo de rayos que caía del cielo directo contra su oponente. Los relámpagos impactaron con fuerza en la esfera de hojas, destruyendola por completo, pero en cuestión de segundos las plantas volvían a surgir de la nada, reconstruyendo la burbuja protectora.

Nathaniel miró con expresión desafiante a Kertch, extendió unos tallos cargados de espinas metálicas desde sus hojas protectoras, y con un movimiento de ambos brazos lanzó una lluvia de latigazos contra él.

Kertch detuvo la lluvia, prendió en llamas la hoja de su arma y bloqueó contundentemente las ramas, que además empezaron a arder en el acto. Aprovechando el camino abierto hacia su contrario después del bloqueo, se propulsó hacia adelante directo contra éste.

Pero cuando iba a dar un corte a Nathaniel con la espada, su oponente desapareció convertido en miles de hojas de maría, que danzaron en el aire agitadas por el viento hasta volver a reagruparse unos metros más allá. De esta agrupación volvió a surgir el peliazul, con una sonrisa de superioridad en la cara.


-No importa que tengas esa arma legendaria en tus manos ahora, amigo. A la vista está que no tienes ni idea de cómo manejarla, y con el poder que ahora tengo soy imparable, ¡jajajaja! ¡voy a aniquilarte!







Kertch estaba muy desconcertado. Aquél tipo tenía unas habilidades en nivel de superyonki terribles, incluso era capaz de crear invocaciones menores del repertorio que manejaba el Yonko, y teletransportarse, tal como acababa de hacer.

Nathaniel decidió que el combate se había alargado demasiado y era hora de poner todo su poder en un último ataque letal. Cerró los ojos en una pose de concentración, y al momento su cuerpo comenzó a irradiar una potente luz verdosa.

Las hojas que le rodeaban comenzaron a crecer de tamaño, agitandose con furia y multiplicándose exponencialmente. Del suelo crecieron más y más hojas de marihuana, afiladas como estacas que surgían de la tierra tratando de atravesar a Kertch. Nathaniel extendió entonces los brazos y se sumaron al ataque cientos de miles de hojas afiladas como cuchillas, que cayeron sobre el Nara a modo de mortífera metralla.

El suelo se despedazó a medida que las hojas caían, desintegrándose todo lo que tocaba la mortal lluvia de flechas, y Kertch supo que no podría sobrevivir a un ataque como ese. Los disparos se concentraron donde él estaba, provocando una gigantesca explosión.

Mientras, algunas de las flechas destruyeron por completo el muro que rodeaba a la fortaleza y varias de sus estructuras y pilares principales. Viendose aplastado por la lluvia de proyectiles, Kertch dedicó una última mirada a la fortaleza esperando con todas sus fuerzas que Pyros e Hino hubieran sido capaces de terminar ya sus combates y entrar en el edificio.

Los soldados que se encontraban en el patio interior de la fortaleza empezaron a salir en estampida, acribillados masivamente por la lluvia de proyectiles. Mientras las paredes se venían abajo y los muros caían levantando inmensas humaredas, la tierra temblaba como si el mundo fuera a acabarse.

Pasaron los minutos y todo estaba cubierto de un silencio sepulcral, acompañado por la estampa de caos y destrucción. Al despejarse el humo, Nathaniel descendió con suavidad hasta apoyar los pies en la tierra.
Ya nisiquiera tenía energías para mantener las hojas de marihuana volando cerca de él, pero no era necesario, pues toda la tierra varios kilómetros a la redonda había sido reducida a cenizas, exceptuando el edificio central de la fortaleza, que debía de estar hecha con un material más duro y se levantaba ahora como una torre solitaria en medio del desierto.

El peliazul fue renqueando, recorriendo el terreno que le separaba hasta el lugar donde Kertch había caído arrasado por la vorágine de flechas. Sorprendentemente, el cuerpo del Nara no había sido desintegrado, pero sí se encontraba muerto y hecho jirones sobre el suelo.

Nathaniel sonrió con la felicidad de haber salido victorioso en la pelea más dura de su vida, y decidió que ya que había recuperado sus poderes como Suu, podía permitirse hacerle un pequeño y último homenaje a su odiado clan.
Sacó un papel tamaño humano y enrrolló con él todo el cuerpo de su oponente. Cuando estaba bien liado, prendió fuego a su cabeza y empezó a aspirar por el otro lado. Fumó y fumó hasta que todo el cuerpo a excepción de las piernas hubo desaparecido, y entonces decidió que se había cansado de aquello. Su cuerpo ya no tenía los poderes del modo Superyonki, y ahora sufría el agotamiento después del combate, así que dejó lo que le quedaba del peta humano en el suelo y se dio media vuelta, dispuesto a marcharse de allí.

Pero en ese momento una voz le detuvo.



-¿Eres consciente de lo peligroso que es lo que acabas de hacer? Reza porque no te ocurra nada malo de un momento a otro...






La voz de Kertch a sus espaldas dejó congelado a Nathaniel, que no podía creer lo que estaba pasando. Se giró con la cara blanca de asombro y miró cara a cara a su oponente, que le miraba de pie, junto al medio porro del suelo, con apariencia de estar brutalmente herido.



-Debo admitir que ese último ataque ha sido terrible... Casi creí que no lo contaba. Menos mal que gracias a El Buco pude desviar la mayor parte de las flechas... y que por lo visto tú no conoces la técnica de intercambio de cuerpo Suu, nivel avanzado. No fue nada fácil, pero conseguí dar a ese pobre soldado moribundo mi apariencia antes de esconderme bajo tierra... Como siempre, sigues siendo poco observador... podrías haberte fijado al menos en que el tipo que te estabas fumando ya no llevaba la espada legendaria.


Y era cierto. Ahora Nathaniel veía con espanto que efectivamente no había ninguna espada cerca del porro a medio fumar, porque la tenía el verdadero Kertch en su mano, y de hecho le estaba apuntando con ella.

-No... es impos... ¡¡¡¿¿¿¿¿????!!! ¡¡Pero qué...!!!










Nathaniel empezó a convulsionar de forma extraña, mientras algo en el aire parecía distorsionar la realidad. El cielo se cubrió de negro y rojo sangre, la tierra tembló violentamente y Nathaniel empezó a brillar con una luz rojiza, mientras su cuerpo se elevaba en el aire, con los ojos en blanco.



-Maldita sea... lo sabía... ha violado la norma Suu más sagrada y ahora va a sufrir las consecuencias... la maldición del peta a medio fumar... el reverso tenebroso del peta...







Nathaniel cada vez brillaba con más intensidad, el aire se hizo pesado y las sacudidas de la tierra hicieron que Kertch tuviera que clavar en el suelo una rodilla tratando de no salir volando. Nathaniel aumentó su tamaño hasta convertirse en un gigante de forma monstruosa y rebosante de poder. La criatura, que no paraba de crecer y brillar cada vez con mayor intensidad, habló con voz de ultratumba.

-¡¡¡JAJAJAJAJA!!! ¡¡NUNCA ME HABÍA SENTIDO TAN LLENO DE PODER!! ¡¡AHORA SOY INVENCIBLE!! ¡VOY A FUMARME EL MUUUNDO! ¡JAJAJAJAJA!









Pero Kertch veía claro que aquello no iba a terminar bien. Nathaniel había reconocido ser un porreta de nivel bajo, y sus habilidades como Suu estaban poco desarrolladas y serían claramente insuficientes para contener tamaña cantidad de poder oscuro.

Sus peores sospechas se confirmaron cuando la criatura emepezó a gritar como loco, incapaz de contener tanta energía, y por su cuerpo salieron haces de luz que le atravesaban la piel. No le quedaba mucho tiempo.

-AAARRGHHH... NO PUEDO CONTENERLOO... PERO.... SI YO MUERO... TÚ CAERÁS CONMIGOOO.... UUUGGRUAAAAARGHHHHH









Con un movimiento de su mano levantó a Kertch en el aire por telekinesis, mientras notaba cómo una zarpa de humo negro le envolvía. Todo lo que le rodeaba se estaba distorsionando, como si el universo se viera afectado por un desequilibrio. Las piedras levitaban despacio, completamente ingrávidas, y el suelo se rompía a pedazos mientras el cielo rugía con fuerza, cada vez más oscuro, como si se tratase de un agujero negro.

Estaba seguro de que aquello era el fin cuando los haces de luz que atravesaban a Nathaniel comenzaron a multiplicarse, saliendo uno a uno por todos los poros de su piel, que no parecía capaz de contener aquella cantidad brutal de energía pura, y su cuerpo comenzó a desgarrarse.


-AAARRGHHH... ¡¡¡NOOOOO
OOOOOOOOOO

OOOOOOOOOOO
OOOOO!!!!











Su cuerpo reventó en mil pedazos, desatando una explosión y una onda expansiva gigantesca de fuego y energía oscura. Kertch salió despedido por los aires violentamente, puso la espada entre la masa de llamas y su cuerpo para protegerse y notó cómo el arma legendaria se resentía y chirriaba, incapaz de contener aquella fuerza.

A los pocos segundos el acero se partió por la mitad, y explotó también en mil pedacitos de metal sagrado. De la explosión surgió un fogonazo de luz, y un pájaro gigante con plumas metálicas y brillo dorado. Tenía el cuello de un cisne y unas patas largísimas, acabadas en largas garras.
La criatura echó el vuelo, feliz de sentirse libre, y Kertch continuó con su trayectoria de vuelo incontrolado directo hacia la torre principal de la ya inexistente fortaleza, chocando contra ella y entrando por el hueco creado en la pared.

Cayó en una habitación elegante y muy grande, y se golpeó contra el suelo tan fuerte que pensó que perdería el conocimiento. A su derecha, estaba Pyros arrodillado, lloriqueando algo de un peta sin fumar y de que vivir ya no tenía sentido. Delante, la última persona que hubiera querido ver en el mundo.

El hermano de su padre. El petakage de la destruída Aldea del Peta. De pie, le miraba desde arriba con una sonrisa de suficiencia, su fallecido tío Aaron.

jueves, 4 de marzo de 2010









Nara
Pyros






-Ajajajaa patético... -Dijo con el rostro iluminado por la explosión que acababa de provocar Pyros al haber pisado una de las múltiples trampas-minas. -Ríndete, no tienes salvación, por mucho que me busques, mientras mis soldados sigan aquí, no me encontrarás, me camuflo perfectamente entre ellos, y te sigo viendo perfectamente por lo que puedo esquivarte, eres demasiado verde y demasiado ruidoso ajajajaaa...




Aquellas palabras se le repitieron una y otra vez en la cabeza de Pyros, "-mientras mis soldados sigan aquí." ... Tenía razón si todo seguía igual iba a acabar muy mal.

-No... hay problema... Lástima, el plan que te... nía era bueno, pero... el que me acabas de dar es... ¡MUCHO MEJOR! -Pronunció lentamente Pyros, con la respiración entrecortada la agonía del mono.







Una leve sonrisa se dibujó en el rosto contraído de dolor de Pyros, y a la vez que terminaba sus últimas palabras empezó a correr, de un lado para otro, fumando todo lo que se movía.

-¡¡SAAAAL!!...











Los soldados comenzaron a desaparecer por docenas a medida que Pyros corría de un lado para otro. Sus movimientos eran tan rápidos que todo se veía como un borrón verde que engullía soldados. Si te acercabas al "manchurrón verde" a menos de 5 metro eras fumado automáticamente.

Argus se quedó paralizado, pero no por el miedo, su así no lo reflejaba, si no de concentración, cada músculo de su cuerpo estaba en tensión, las cosas se estaban poniendo feas, era momento de utilizar el 100% de su poder. Realizó un par de sellos, cerró los ojos por un instante y, haciendo una especie de círculo con sus dedos apuntó hacia su objetivo.

La angustia de Pyros se multiplicó, Argus había reforzado su ataque, concentrándose solamente en él. El dolor era insoportable, el rubio empezó a moverse cada vez más y más rápido, Pyros se lo fuma todo, su boca se fuma perros, tierra, nubes y cera...

-¡¡FUMAAAAR!!...










Una gota de sudor calló por la frente de Argus, el corazón le empezó a latir cada vez con más fuerza, había llegado el momento de su ataque. Con un movimiento brusco, Argus estiró por completo los brazos, manteniendo siempre el círculo, formado por los dedos, apuntando a Pyros.
Pyros se derrumbó por completo, medio inconsciente en el suelo. Lo veía todo oscuro y dando vueltas.


-Todo se acaba aquí para ti. Si hubieras prestado más atención a mi poder te habrías dado cuenta de que actúa como una especie de filtro, impidiendo el paso de lo que yo quiera. La conclusión es bastante sencilla, si me cabreas impido el acceso del oxígeno y solo dejo pasar el dióxido de carbono, que es letal en bajas concentraciones.







No muy lejos de allí, Hino corría espantado delante de una salvaje estampida de animales.


-¡Estampida selvática!.









Hino corrió a esconderse detrás de unos arbustos, pero no resultó y fue pisoteado.


-"Nota mental: Animales = buen olfato".






Luego provó a subirse a un árbol, y fue pisoteado.


-"Nota mental: Elefante = arrancar árbol".






También provó a hablar con ellos, pero fue de nuevo pisoteado, les ofreció carne y fue pisoteado. Magullado, maltrecho y cansado, Hino decidió que la mejor defensa era un buen ataque, y salió corriendo hacia Shikaru, perseguido por cientos de animales.



-¡Ehh!, ¡no!, ¿¡qué haces!?, ¡que nos van a pisar a los dos!.










Si antes Hino no estaba muy seguro de que su combate fuera a funcionar, aquello le despejó todas las dudas y fue corriendo más decidio que antes a abrazar a Shikaru.



-No, en serio, para, no tiene gracia. -Viendo que Hino no reaccionaba y no le soltaba, Shikaru no tuvo más remedio que cesar su ataque y utilizar nuevas técnicas. -Veo que me enfrento a un genio de la estrategia, bueno, no pasa nada...






Shikaru empezó a realizar sellos con ambas manos, a medida que concentraba el chakra por todo su cuerpo.



-Transformación Definitiva de ataque sorpresa. LOMBRIZ DE TIERRA.









El cuerpo de Shikaru comenzó a transformarse rápidamente, alargándose y volviéndose marrón y resbaladizo. Shikaru no tardó de zafarse del débil agarre de su adversario, a quien le estaban entrando ya arcadas.









Sin perder ni un segundo la Shika-lombriz se metió bajo tierra, ocultándose bajo metros y metros de tierra. Escarbando fue rapidamente desplazándose por el subsuelo, hasta una posición ventajosa para atacar a traición a su adversario. Se preparó cuidadosamente para el ataque y como si de una bala se tratase salió disparada hacia su contrincante, esperando cogerlo desprevenido y derribarlo de un golpe. La lombriz salió volando del suelo y se precipito hacia Hino, que se encontraba mirándo hacia otro lado. El ataque parecía que iba a dar en el blanco cuando Hino lo esquivó saltando hacia un lado.

-Jajajaaa, olvidabas mi chinakugan, pero que desgraciado.






Shika-lombriz estaba cada vez más y más enfadado, el cuerpo se le estaba volviendo rojo de la ira, ira ante un adversario que le subestimaba. Con la determinació de hacerle pagar su prepotencia volvió a su forma humana orginal, aunque conservó el color rojo.



-Me las vas a pagar todas juntas. -Dijo con la sangre agolpándose en su cada vez más enrojecida cara. -Transformación Definitiva de ataque a distancia. Calamar.








-Pero que caraj... -Hino no llegó ni a terminar su frase cuando recibió un chorro a presión de tinta en toda la cara, cegándolo y dejandolo temporalmente desconcertado.












-Transformación definitiva de ataque cuerpo a cuerpo. Canguro Boxeador.








El cuerpo de Shikaru volvió a sufrir una de sus transformaciones, se le acortaron los brazos ensanchó las piernas y le salió cola y pelos por todos lados. De un enorme salto se coló delante de su adversario y comenzó a golpearle con todo tipo de potentes movimientos.













-Tecnica Definitiva. El zarpazo de la grulla.








La mano de Shikaru comenzó a cambiar, independiente al cuerpo, transformándose en la cabeza de una grulla. Usando el pico a modo de arma, Shikaru comenzó a hostigar el cuerpo ya bastante destrozado de Hino. Cansado, dolorido y atontado, Hino cayó al suelo de rodillas, apoyándose con las manos en el suelo para reponer el aliento perdido.




-Y ahora el golpe de gracia. Técnica, técnica... Bicho raro.








El cuerpo de Shikaru volvió de nuevo a sufrir cambios, empezó a redondearse y a encallecerse, fomándo un capullo. Shikaru pretendía aprovechar el tiempo que tardaría Hino en recuperarse, en transformarse.

Del capullo comenzaron a salir ruidos extraños y destellos de luz, nadie podía saber que saldría de ello, ni siquiera Hino con su chinakugan, aunque tampoco estaba muy dispuesto a quedarse quieto a comprobarlo. Levantándose con las pocas fuerzas que le daba el porro que se estaba fumando. Arrastrando los pies y apretando los dientes, pue paso a paso acercándose a su objetivo, cada vez que apoyaba una de sus extremidades una punzada de dolor le recorría todo el cuerpo. Era hora de acabar el combate, no podía permitirse recibir más golpes.

Ya apenas unos palmos separaban a Hino de ese enorme capullo. Decidido, aunque con apenas fuerza, Hino comenzó a golperalo hasta que los nudillos le empezaron a sangrar, manchándo el resistente capullo de rojo, aunque sin provocarle daño alguno. A cada golpe Hino tenía cada vez más clara su derrota, era como si en vez de golpear al capullo, lo que estuviese siendo golpeado fuera su confianza y su ánimo. Ya cuando estaba apunto de perder toda esperanza y huir, recibió, cual mensaje divino, la solución a sus problemas.



-¡¡FUMAAAAR!!....











El señal era clara, la forma de Shikaru perfecta, y como si de una china gigante se tratara, Hino se hizo un porro con ella. Como era de esperar, todo tiene un punto débil, y si el de aquella cosa no era el de ser golpeado, si lo era el de ser achicharrado por un soplete gigante. Tras unas cuantas caladas tanto el porro como el dolor de Hino habían desaparecido por completo. El efecto anestésico de aquél peta superaba incluso las espectativas de Hino, que se pilló el mayor ciego de su vida, debido a la cantidad de masa que se estaba acumulando dentro del capullo durante el crecimiento de lo que fuera a salir de allí. Y así, dando tumbos, y sin apenas ver hacia dónde iba, Hino se dirigió sin saberlo, dentro de la fortaleza, dónde la pelea de Pyros estaba acabando.



Pyros se sentía cada vez más débil, el cuerpo le volvió a su estado natural, al no tener oxígeno suficiente para mantenera a toda esa mole. El lado positivo era que estaba recobrando un poco el control de su cuerpo, ya podía enfocar su visión con más claridad, pero si no conseguía respirar, pronto volvería al estado anterior.



-Soldados, podéis retiraos, ya no hacéis falta aquí. -Dijo a la enorme tropa que rodeaba al agonizante Pyros. Y como si de perfectas máquinas se tratasen los soldados empezaron a retroceder.





Argus se acercó lentamente hacia su adversario, dejando al final una más que prudencial distancia de separación, temía que si se acercaba mucho podía ser fumado, después de lo visto no sería tan extraño.

-He de reconocer que me has impresionado, nunca antes un sujeto había reaccionado de una forma tan animal, pero incluso a los animales, si no son obedientes, hay que sacrificarlos.





Los soldados continuaron su retirada, volviéndo cada uno a su puesto, preparádos para atacar al próximo que osara entrar en la fortaleza.

-¡Je!. -Dijo dibujando una semisonrisa en su rostro. -Tú lo has dicho, creo que aún me quedan fuerzas para un último peta.





Al tiempo que terminaba sus palabras, dos soldados que se habían hecho los remolones en la retirada, y aún seguían allí, enrollaron rapidamente a Argus en un trozo de papel gigante, autoajustable al tamaño del cuerpo, lo mejor de lo mejor. Dos soldados con petas y olor a maría.

Desconcertado por el ataque sorpresa de lo que parecían dos de sus hombres, Argus perdió la concentración en su ataque, permitiendo a Pyros tomar una gran bocanada de aire. Con oxígeno otra vez recorriendo su cuerpo y con renovadas energías, Pyros sacó un enorme papel y enrolló con el a Argus y a sus dos porrocopias. En posición de fumada, y tras un gruñido de despedida, Pyros estaba preparado para saciar su mono.


-Ajajajaaaa... no es tan sencillo Pyros, si me fumas, todo lo que mi filtro haya absorvido será liberado de nuevo, y con todo lo que has fumado morirás del colocón. Ajajaaja soy el porro más grande que jamás hayas fumado, venga fúmame, fúmame...




Aquellas palabras sonaron familiar al exmiembro de la anbu, como si ya hubiera vivido una situación parecida, la respuesta, era clara.

-¡Claro!, ¡claro que te fumaré! -Dijo sin pensárselo dos veces, si rechazaba el ciego de su vida no podría volver a mirarse al espejo.







Y dicho y hecho, de una gran y potente calada se acabo el recién encendido peta, no dejando ni las cenizas. Por suerte o por desgracia para Pyros, las palabras de Argus eran ciertas, una vez él hubo desaparecido, las toneladas que se había fumado Pyros y que el filtro de Argus había absorvido, quedaron liberadas. El efecto lo notó primero en los oídos, que se le taponaron tras la enorme explosión que se produjo en sus pulmones. Luego, lo pudo apreciar en las extremidades, que se le adormecieron, y por último en la vista, que le dió un pantallazo en blanco para transformarse todo en un mundo de globos multicolores lleno de brillos blanquecinos. Efectos similares a los que estaba sufriendo en esos momentos Hino, que se acercaba a Pyros dándo "S".



Y allí estaban, Hino y Pyros, uno delante del otro, sin reconocerse, intentando enfocar su vista y ver con nitidez a la figura borrosa y distorsionada que daba vuelta enfrente de cada uno.


-HoOolaAa... ¿Jack?, vamos a perdernos a Barney... el pooorrosauuurio -Dijo sonriendo y saludando con la mano hacia una de las dos siluetas de Hino que veía, mientras se acercaba a ella.






Hino escuchaba, pero no comprendía nada, solo daba tumbos de un lado a otro.

-¿Hablas mi idiooomaAa?, ¿quién eeerrrr... -Hino hizo una pausa para pensar mejor su pregunta, y luego la cambió por una mejor. -¿Quiiiéeeen ssssooYyy?.






Pyros vió como el personaje que tenía delante movía la boca, pero no alcanzó a oir sonido alguno.


-Tú nooouweeeresss Jack... da iguuuall... vamosssa fuuumar.








Y se enganchó del hombro primero de una silueta y luego del de la correcta. Y así, dándo eses y hablando cosas sin sentido fueron llegando hacia el fortín, perseguidos de lejos por los soldados, pues todo el que se acercaba caía inconsciente debido a la cantidad de humo que salía aún de la boca de Pyros y que se quedaba concentrado por los alrededores.


Al fin consiguieron entrar en el edificio principal, las puertas se cerraron justo detrás de ellos, lentamente y dando un fuerte portazo. Prosiguieron su camino a través de pasillos cada vez más oscuros. De no ser por el estado en el que se encontraban habría sido hasta terrorífico para ellos, gritos de niños enjaulados se oían por todos lados. Al fin salieron a una habitación, con una puerta al fondo, que debía de llevar a la sala principal, donde el cabecilla seguramente se encontraba dirigiéndolo todo, debían acabar con él.

Fue entonces cuando, una figura salió corriendo de un pasillo oscuro, situado a la derecha de la habitación, y se puso delante de ellos, taponándoles el paso.



-Al fin os encuentro.







Las voces de los niños volvieron a sonar, esta vez con más fuerza y más terroríficamente, claro que, para Hino y Pyros todo sonaba como una orquesta celestial.



-Paaaaz broootherr... -Dijo haciendo una "V" con los dedos.







-Os preguntaréis qua hago aquí, bien, como estáis a punto de morir os lo contaré, ya no hace falta que use más este disfraz.






-Lo que tú diiiigasssss hermaaaano...






Como si de un abrigo se tratase, Uranior se quitó la piel, dejando ver a un ser si cabe más repulsivo que el anterior.


-Esta es mi verdadera forma, me disfracé para haceros creer que era inofensivo, ajajajaaa... pobres memos, os he conducido hasta la trampa, yo, Jerjes, os he traicionado y traído junto a vuestro peor enemigo. Ahora vais a ver mi verdadero poder. TRANSFORMACIÓN.






-Creeeo que voy a vomitaaarr...








La fatiga que le entró a Pyros por ver semejante atrocidad con patas, fue lo suficientemente fuerte como para despejarle la cabeza, ahora por fin podía pensar con claridad, bueno, mejor dejémoslo en pensar como antes.

Bajo la atenta mirada de Pyros y la descentrada de Hino, Jerjes comenzó a ser rodeado por planchas de metal y a crecer en tamaño.



-Soy Jerjestron, equipado con la más avanzada tecnología homosexual y pederasta. -Dijo mientras los gritos de los pobres e indefensos niños volvían a dominar el ambiente.






Pyros se quedó pensando unos instantes, primero miró fijamente a Jerjestron y luego a Hino, y así fue alternando la mirada de uno a otro durante un buen rato.


-Homosexual y pederasta... hum... encaja, ¡ataque distracción!, ¡Hino-señuelo! -Gritó mientras agarraba a Hino y lo lanzaba contra la babeante maquinaria.





Y así, mientras que Jerjestron CENSURADO a Hino, Pyros aprovechó el momento de distracción para correr y entrar por la puerta que debía dar al jefe final, cerrándola tras de si.

Pyros se encontraba ahora en una habitación completamente a oscuras, parecía enorme, pero con esa escasa iluminación no podía determinar con exactitud sus dimensiones. Del silencio de la sala salió una voz familiar para Pyros.

-Jajajaaa te he estado esperando todos estos años Pyros...















Pyros no daba crédito.


-Esa voz... ese olor... ¡No! ¡No puede ser!







-Si, ¡si puede!

















La voz quedó interrumpido por los "clacks" que producían los interruptores de las luces del techo al ser activados. El nara tardó unos segundos en acostumbrarse al exceso de luz y reconocer a la figura que se hallaba en el centro de la sala, confirmando sus sospechas.

-¡¡SOY EL PETAKAGE DE LA ANTIGUA ALDEA DEL PETA!! ¿Me recuerdas? ajajajaajaaaa...
















La presentación fue del todo innecesaria, Pyros ya sabía quien era, lo recordaba a la perfección, pero no podía dar crédito a lo que veía, aquello significaba muchas cosas para él.

-Claro que te recuerdo, jamás olvido a un peta... pero si aún sigues aquí eso quiere decir que... -Pyros hizo una pausar para coger aliento, lo necesitaría para pronunciar las palabras más duras de toda su vida. -que aquél día... no fui capaz de... fumarte.




Y Pyros se desplomó al suelo, todo su mundo se le desmoronaba, los valores sobre los que había costruído su vida se habían hecho añicos en apenas unos segundos, ese era el fin para él, estaba acabado como porreta, se había dejado un peta sin fumar.