lunes, 30 de noviembre de 2009






Nara Kertch












-------------------------- ----------------------------- ----------------

Kertch escuchaba interesadamente lo que el hombre le explicaba. Por lo visto, aquella ciudad, llamada Aurumia, había sido un importante núcleo comercial y minero en el pasado, que prosperaba felizmente antes de la llegada de Folgore. En el momento en que este nombre salió en la conversación, Kertch se mostró sorprendido y quiso asegurarse.


-¿Folgore? ¿Está usted seguro de que ese era su nombre?








-Segurísimo. Él mismo no se cansó de repetirlo mientras bailaba y cantaba extrañas y grotescas coreografías.






Definitivamente era el mismo Folgore que el grupo se había encontrado tiempo atrás, y que todos habían visto desaparecer desintegrado en medio de una tremenda explosión suicida causada por él mismo.

El Nara iba a hacer más preguntas cuando algo desvió su atención. A la izquierda de la cabeza de Geiler, justo a su espalda, estaba la dichosa puerta por la que Pyros e Hino habían estado un tiempo preguntando, solo que entonces estaba cerrada y ahora se encontraba abierta de par en par.

Maldiciéndose a sí mismo por no haberse percatado de la desaparición de sus compañeros, Kertch se levantó rápidamente de la mesa y empezó a caminar hacia las escaleras.


-Espera... ¿A dónde vas...? ¡¡NOOOOO!! ¡LA PUERTA ESTÁ ABIERTA! ¡Maldita sea!






El hombre echó a correr más rápido todavía que Kertch, apartándolo de un empujón y bajó las escaleras a toda prisa gritando como un poseído algo de que no liberarían a su prisionero.

Uranior lo miraba todo aún sentado desde la mesa, y no parecía tener intención de moverse. Kertch se incorporó con rapidez y corrió detrás de Geiler, cada vez más mosqueado con el misterio del asunto hasta que el final de las escaleras comenzó a estar cada vez más iluminado y ruidoso.


-¡¡No me cogeréis con vida!! ¡Uaaahahaha!







-¿Que no? Ahora tengo una nueva oportunidad para fumarte... Dicen que el tren de los petas sólo pasa una vez en esta vida, pero parece que en esta ocasión he tenido suerte... Y no voy a dejar pasar esta oportunidad...





-Espera, tronco. Antes deberíamos preguntarle por aquello que dijo sobre la Aldea del Pet... ¡¡Tiooo!!





Pero era demasiado tarde. Pyros se había lanzado sobre Folgore, papel en mano, y lo estaba persiguiendo por todo el desván, mientras éste corría y brincaba por la habitación, esquivando con agilidad al rubio.

Llegado un momento, Pyros se desesperó y empezó a lanzar cañonazos de fuego contra su víctima, alegando que tostadito tampoco perdía mucho sabor y al menos así se estaría quieto.

Nada más lejos de la realidad. Folgore siguió esquivando los disparos hasta que se encontró arrinconado contra una pared.



-Muy bien, eso es... Y ahora estate quietecito y sé un buen peta. Digoo.. buen chico.





Por supuesto, Folgore no estaba dispuesto a ello, y en cuanto recibió el cañonazo dio una voltereta hacia adelante, dejando a su espalda un enorme boquete en la pared. Entre la confusión y el humo, Folgore logró levantarse deprisa y correr por el agujero, detrás del cual sorprendentemente había más escaleras, y siguió bajando antes de que nadie pudiera detenerlo.


Pyros chasqueó la lengua y salió corriendo detrás de Folgore una vez más, mientras Hino le seguía. Pero cuando Geiler trató de hacer lo mismo, Kertch lo cogió del cuello y lo estampó contra la pared.


-No tan deprisa, abuelo. Ya estás contándome lo que pasa aquí... ¡Y ahora quiero la verdad! ¡Qué hacía Folgore en tu sótano y a dónde van esas otras escaleras que había detrás de la pared!





El hombre se resistió unos segundos, pero enseguida se dio cuenta de que era inútil y agachó la cabeza.




-Está bien, está bien... Te lo contaré todo, pero afloja un poco mi cuello, que no puedo respirar.. ah...ah...-Se aflojó la presión del cuello.- Así mejor. Yo... perdí a mi mujer y a una hija por culpa de ese malnacido... Las secuestró y las sobó durante días antes de que pudiéramos dar con él, y entonces se escapó, dejando terribles secuelas psicológicas a las pobrecillas.
Cuando el pueblo decidió desistir y marcharse, yo me quedé aquí, pero porque fui el único lo bastante rabioso con ese maldito como para quedarme buscando venganza.



-Continúa.







-Hace un par de días logré capturarlo por fin, colocando una muñeca hinchable especialmente tetona a modo de cebo, y lo encerré en mi sótano. Durante estos dos días lo he tenido aquí abajo sin comida ni bebida, para que sufra por lo que le hizo a mis pequeñas, pero él no ha hecho más que reir y bailar incluso estando aquí encerrado. Hoy había decidido acabar con el problema de una vez quitándole la vida, pero entonces tuvisteis que aparecer vosotros y... todo se ha echado a perder, ¡maldita sea!


-Me importa un pimiento lo que pienses de nosotros. Pero has de saber que no eres el único que ha tenido problemas con ese sujeto, así que tranquilízate, que lo capturaremos.
Y ahora dime, ¿a dónde conducen esas escaleras?




Dijo señalando al boquete en la pared.


-Es un pasadizo a la mina. Realmente ese conducto se abandonó hace tiempo, por eso construimos esta casa y la vecina sobre las escaleras. Ahora que está abierto quién sabe a dónde puede conducir. Las minas están a las afueras, pero algunos pasadizos se cavaron justo debajo de la ciudad, cuando se descubrió que bajo nosotros también había minerales preciosos... Y por eso debajo existe una red de conductos subterráneos que conectan cualquier punto de Aurumia .

Sin esperar más respuesta, Kertch soltó a Geiler y dejó que se desplomase contra el suelo antes de echar a correr por las escaleras. Sin embargo habían pasado varios minutos y tanto Hino como Pyros habían desaparecido en el entramado de conductos subterráneos. Cada pocos pasos aparecía una nueva bifuración, en ocasiones con hasta seis caminos distintos a elegir, por lo que era muy improbable que los encontrase.

Intentó conectar telepáticamente con su hermano, pero Pyros parecía estar bastante enajenado mentalmente mientras perseguía a Folgore. Hino por lo visto debía de haberse perdido también, porque no estaba con el rubio.

Kertch dejó el resto al azar, y siguió corriendo por los pasadizos girando de vez en cuando aleatoriamente hasta que al final vislumbró una salida. Subió unas escaleras y empujó la trampilla metálica sobre su cabeza para ver dónde se encontraba. Nada más sacar la cabeza escuchó un sonido mecánico y el eco metálico de unos pasos sobre el suelo.

Se encontraba en una habitación en semi-penumbra, aparentemente cerrada durante mucho tiempo. Pero no tuvo tiempo de estudiarla con mucho más detenimiento porque los pasos metálicos se hicieron cada vez más fuertes mientras una extraña figura robótica salía de la oscuridad.

-CHIUUUUIIIIII... ACTIVANDO PROTOCOLO DE SEGURIDAD NÚMERO 1. DESTRUIR OBJETIVO, DESTRUIR OBJETIVOOOO...