
Nara
Pyros

-Humm... ¿Qué me estás preparando?
Hino se dió la vuelta sorprendido, aún no sabía de quién era la voz que había oido a su espalda, justo pegada a su oreja.

-¡A ti no te estoy preparando nada!, ¿qué te has creido que soy tu cocinero?, ¡esto es para mi, solo para mi y no pienso compartirlo con nadie!

Dijo mientras le metía unos empujoncitos en la espalda. Cabreado, el genin, sa dió la vuelta hecho una furia y se abalanzó sobre Pyros, el cuál retrocedió mientras intentaba sacar un papel tamaño genin.


-Mmmpff... mmmpfff...

Con la cabeza gacha, Pyros fué desliando poco a poco a Hino, nada más quitarle el papel que tenía en la boca, el genin empezó a lanzar toda clase de insultos y amenazas contra Pyros, acordándose también de todo su árbol genealógico. Al final, y ya un poco más calmado, aunque siempre mirando a Pyros con odio, dijo

-Podríamos ir a la aldea de la nube, yo conozco gente allí, nos darán de fumar.
Dicho esto entornó los ojos y empezó a imaginarse aquello mientras se le caía la baba.

-Humm, esa idea no cuaja, no creo que me acepten allí.

-O vamos... no me digas que también te conocen allí...

-No pensarás que ese nombre salió de la nada.... yo la bautizé... aunque no con agua.
Tras una larga conversación, en la que quedaron descartadas muchas aldeas, se decidieron a partir rumbo a los campos de arroz, a través de el valle del fin.
Tras un largo camino y agotador camino, llegaron por fin a los campos, ahora abandonados y en un estado lamentable. Cosa bastante extraña, pues, aquella región producía la mayor parte del arroz de toda la región.
Atravesaron los cultivos con cierta lentitud, pues, Pyros le preguntaba a Hino a cada paso, por todas las plantas con las que se cruzaban, deseoso de fumarse alguna en un estado perfecto.
La aldea, al final de los campos, tenía un aspecto fantasmagórico, todo lucía como si un plaga hubiera pasado por allí hace mucho tiempo y aún no se hubiese marchado, matando a todo el mundo. Intrigados, fueron pasando puerta por puerta, pero nadie abría. En circunstancias normales, se hubieran marchado, pero ya no les quedaba apenas comida y tenían que encontrarla como fuera, así que dejaron a Pyros, que era el que más experiencia tenía forzando casas para que abriera una de ellas.
Tras convencerle de que lo que tenía que forzar no era la pared, sino la puerta, consiguieron entrar y, para sorpresa de todos la casa no estaba abandonada, escondidos en su interior estaba una familia al completo, que, ahora asustada comenzó a gritar. Debido a que fallaron todos los intentos por tranquilizarlos, tanto a ellos como a Pyros que, harto de sus gritos comenzó a perseguirlos para callarlos según él a su forma, tuvieron que salir de la casa.


Pyros sacó una extensísima lista con nombre tachados.

-...Es completamente imposible, mira, aquí está, aún sin tachar de mi lista de aldeas. Alguien que me conozca me ha debido de calumniar.
La conversación quedó interrumpida por un griterío, no muy lejos de allí, en una plaza se iban reuniendo poco a poco una muchedumbre, con todo tipo de armas rudimentarias, antorchas y piedras. A su cabeza, una persona pequeña, con vendas por casi todo su cuerpo.

¡¡VAMOS HIJO DE PUTA, VEN A POR MI, HOY ME VENGARÉ DE TI PYROS!!
(Como era evidente no podíamos sacar a Naruto de nuestra historia, para los más quejicas, aquí está la explicación de que aún no haya muerto. Tras cientos metros de caída, Naruto llegó al suelo, y, para sorpresa suya, el impacto no fue tan duro como era de esperar, algo en su ropa le había servido de colchón, amortiguando el golpe. Intrigado por aquel nuevo descubrimiento, Naruto se puso a investigar entre sus ropas, para sorpresa suya, lo que le amortiguó la caída no fue ni el algodón ni la tela, sino unas hojas de maría que inexplicablemente le cubrían todo el cuerpo.
Aquel misterio no duró mucho tiempo, pues, al examinar detenidamente una de las hojas encontró lo siguiente escrito en ella: "Condimento para porros propiedad de Pyros".)
La muchedumbre rápidamente rodeó a los tres amigos con una formación circular cada vez más estrecha. La cosa hubiera acabado muy mal de no ser, de nuevo, a la capacidad de Kertch para la diplomacia, tras preguntar cuál de ellos era el alcalde, consiguió convencerle de que no eran ellos los peligrosos, y, que si les dejaban en paz, ellos mismo se encargarían gustosos de ese tal Folgore, a cambio claro está,
de un poco de comida.

(-¿¡Naruto el hijo de bobobo!? ¡Nos acabas de reventar la serie! -Oh vamos... fans de Naruto... no os hagáis los sorprendidos, todo el que haya visto Bobobo, ya habrá adivinado como acaba la serie, no creo haberle reventado el final a nadie, solo he confirmado sospechas, joder, solo hay que fijarse en el parecido, pelo rubio, un poco tontos y con rayas negras por el cuerpo, Bobobo en los brazos y Naruto en la cara, son como dos gotas de agua)
Un escalofrío le recorrió la espalda a Kertch, sabía que le habría resultado imposible a Pyros atravesar toda la multitud y llegar hasta Naruto, pero estaba seguro de que lo había conseguido, rápidamente giró la cabeza y miró... con un gran suspiro, soltó todo el aire que había contenido en sus pulomones, debido al momento de tensión, Pyros aún seguía allí.

-Uffff... que susto me has pegado, por un momento pensé que te estarías fumando a... "Mejor no pronunció ese nombre en su presencia". Por cierto, ¿qué haces sin tu pet...
Kertch se echó a correr lanzando maldiciones al aire, siguiendo el rumbo que le marcaba su olfato. Pronto encontró, por suerte, a sus dos objetivos, Pyros agarrando por el pié a Naruto, que intentaba escalar desesperadamente por una de las paredes del callejón

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