sábado, 11 de julio de 2009

Capítulo 11. El ataque de las mercenarias. ¡¡Aaaaay pajarraaca!!






Nara Kertch













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Después del desafortunado encuentro con el legendario templo y su duro guardián, el grupo recorría el bosque de bambúes tratando de encontrar una salida. Kertch había estado muy pensativo, preguntándose qué sería ese templo que parecía esconder tantos secretos. Estaba inmerso en sus pensamientos hasta el punto de no haber notado que desde hacía un rato era Uranior el que estaba dirigiendo al grupo, seguramente para sustituir a Kertch, que estaba demasiado meditabundo como para marcar una ruta. Sonriendo, el joven le llamó para agradecerle la tarea.

-Oye, Uranior, ¿nos llevas a algún sitio en concreto? jeje









-¡¡¡¿¿Eh??!!! ¿Yo? ¡Ehh.. Qué va!! ¡¡Noooo! ¡¡¿Por qué lo dices?!! Eh...hehe...






Kertch se extrañó de la reacción tan exaltada que había tenido el chico. Mirándole de reojo le aclaró que era una broma, y le dio las gracias por haber guíado él durante ese rato.
Se puso al frente, le lanzó una última mirada de sospecha mientras Uranior reía con nerviosismo y siguió caminando. En cualquier caso, el camino que había tomado el pelirrojo había resultado ser una buena opción, porque ya podían ver la salida del bosque. Estaban solo a unos pasos de alcanzarla cuando tres sombras se movieron a toda velocidad a su alrededor, y un grito de batalla estalló en el cielo. Rápidamente, Kertch se giró hacia el resto del grupo y les empujó gritando:

-¡¡Todos al suelo!! ¡¡Es una emboscada!!















Los cuatro se lanzaron al suelo justo a tiempo de esquivar una lluvia de shurikens y armas varias que por cuestión de milímetros no pusieron fin a su aventura allí mismo. Kertch se incorporó de un salto y echó un rápido vistazo alrededor, tratando de localizar a sus agresores. No tardó mucho. Enfrente de ellos estaban tres chicas de curvas imponentes y aparatosas armaduras, mirándolos con altanería y sonriendo con descaro. La que estaba subida en una rama del árbol que les quedaba a la izquierda soltó un bufido mientras los miraba y comentó:

-¿Estos son los que tenemos que matar, Lady Kairos? Pero si tienen pinta de ser bastante tontos... No creo que nadie diera un duro por ellos. ¿Está segura de que hay una recompensa considerable por sus cabezas?














-Selene... No estarás por un casual cuestionando mi criterio, ¿verdad? ¿Es necesario que te recuerde quién está al mando?


















-¡¡Por supuesto que no, capitana!! Solo quería asegurarme...
















La chica hizo un mohín de protesta y se quedó callada, observando con detenimiento a sus enemigos.
La tercera sombra se correspondía con la joven que estaba en la rama de la derecha. Ésta, que había permanecido callada, ahora miraba con interés a Pyros.


-Jefa, déjame a mi al rubio ese con cara de estar fumado. Parece el típico chulito insoportable.




















-Vale, como quieras, Rythia. Ocúpate tú de él. Y Selene que se encargue del otro. Los niños no creo que nos den problemas jaja. Si tenéis algún problema os ayudaré.






Pyros, que había estado mirando a las tres chicas con una mirada lasciva de pronto carraspeó y cruzó los brazos.

-Bueno, bueno, señoritas. Parece que les va la marcha. Pero lo siento mucho, pelirroja. Tú no decides quién juega con quien aquí. Así que si tú puedes lanzarnos a tus zorrillas, yo te lanzaré a las mías también.








Y sin más miramientos agarró por el cuello de la camisa a Uranior y a Hino y los lanzó contra la líder de las mercenarias, que por poco consiguió esquivarlos.


-¡Estás loco! ¡Pedazo de anormal! Mira, porque está muy buena la pava esta, que si no te metía una galleta por lanzarme contra ella.¿A que sí, Uranior?




-Sí. Eso. Que está muy vieja la tipa. Si no acaba de hacer la comunión y pesa más que un pollo yo no me la foll...





Y no pudo acabar la frase porque vio que sus compañeros lo estaban mirando con cara de asco.



-Oye, Kertch, recuerdame que el maricón este tiene que cobrar luego, ¿vale?






-Desde luego que sí.







Y en ese momento, hartas de la cháchara las dos chicas que habían decidido ser sus rivales se lanzaron al ataque.


-Vale, tipo duro, veamos de lo que eres capaz...








-Jeje, peliverde. Será mejor que no digas nada... No creo que puedas hacer dos cosas a la vez.

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