
Nara
Pyros
Hino se levantó bastante tiempo después de que acabara la pelea. Tenía sangre reseca por todo el cuerpo, la tierra se acumulaba por todo su cuerpo. Se sentía sucio por fuera y por dentro, entonces fue cuando se percató, Uranior, que antes estaba tumbado inconsciente a varios metros de él, se encontraba ahora durmiendo encima suya. Hino hizo un esfuerzo por recordar como había acabado así, pero fue inutil, no conseguía recordar nada, y una algo le decía en su interior que era mejor así.
Intentó zafarse de Uranior, pero este se agarraba con una fuerza increíble a su espalda. Cansado por el combate, Hino dejó de forcejear y se preocupó por algo más importante, encontrar a sus compañeros, que de nuevo, le había dejado solo.
Cargando a cuestas con Uranior y deseando que la rigidez de sus brazos se debiera al rigor mortis, Hino se alejó del llano siguiendo el rastro de un par de huellas que había encontrado más adelante, sin duda de Kertch y Pyros -"Los muy cabrones"-Pensó mientras seguía caminando.
El rastro no tardó en convertirse en dos personas, aunque no las esperadas por Hino, delante de sus narices estaban Rythia y Pyros, tapados con una manta, mirándolos fijamente, alertado por el ruido de sus pisadas.
Al reconocer la cara de Pyros, Hino salió corriendo en su dirección.



Pyros se levantó resignado mientras que Hino se daba la vuelta para enseñar la carga que llevaba a sus espaldas. Delicadamente y con carrerilla, Pyros, propinó una tremenda patada a la espalda de Uranior, lanzando a Hino por los aires junto a él.

Pyros abrió los ojos de repente, era de día, se había quedado dormido. Miró a su derecha, Rythia aún dormía, era el momento perfecto para desaparecer, nadie miraba. Silencioso, Pyros sustituyó su cuerpo en la improvisada cama por un porro de dimensiones similares. Tras dar un beso de despedida, al porro por supuesto, dejó una rápida e ilegible nota de despedida escrita en papel de fumar. "Fue un "placer" chati" era lo único que se podía entender, el resto parecían ser anotaciones sin sentido escritas por Pyros durante su viaje.
Pyros se marchó corriendo, deseando que algún día el final fuera distinto, y que fuera él quien se levantara y encontrase en lugar de su pareja un porro gigante.
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