domingo, 12 de julio de 2009

Capítulo 11. El ataque de las mercenarias. ¡¡Aaaaay pajarraaca!!






Nara Kertch












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-¡¡Maldito seas!! ¡Eso ha dolido, ¿sabes?! Parece que al final no eres tan tonto... Pero sigues siendo un tipo normal y corriente... No creo que tienes la estrategia necesaria para vencerme.












-¿No? Pruébame entonces, guapa.







La chica aprovechó ese momento de charla para sacar una extraña cadena que llevaba atada a la espalda y la lanzó con fuerza hacia el borde del agujero en que había acabado metida.
Seguramente su intención era anclarla en alguna piedra o saliente para poder escalar por ahí, pero lo que consiguió fue atar uno de los tobillos de Kertch, que no lo esperaba, y al tirar este cayó al interior del agujero también.

El chico trató de no aplastar a la mercenaria, pero inevitablemente cayó encima de ésta, debido al reducido espacio del hoyo.
Un poco colorada, lo apartó de un empujón y sacó el arma, lista para matarlo allí mismo.

Utilizando el tobidasu, Kertch levitó varios metros hacia la superficie y miró hacia abajo. La joven, que era bastante tozuda, le lanzó la cadena para tratar de bajarlo de nuevo y acabar el trabajo, por lo que el Nara la esquivó ágilmente con una maniobra aérea y salió a superficie.
Una vez en el borde, vio que ella había conseguido lanzar la cadena y clavarla en un saliente del exterior, por lo que ahora estaba trepando nuevamente hacia arriba.

La dejó subir, guardó su porro-espada y extendió las manos, en señal de paz. Se acercó un poco a Selene y trató de razonar con ella.


-A ver, vamos a portarnos como personas razonables. Sé que es tu trabajo matarme, pero a estas alturas ya te habrás dado cuenta de que peleamos en niveles distintos, y no vas a poder.

Por otro lado, si me sigues obligando a pelear, no tendré más opción que matarte o impedir que sigas moviéndote, y eso tampoco te gustaría. Así que te propongo lo siguiente.
Un reto. Te reto a que midas tu inteligencia con la mía, ya que parece que ese tema te encanta jaja. Puedes hacerme el acertijo que quieras, y si no lo respondo bien te juro que dejaré que me mates. No opondré resistencia. Pero si pierdes, deberás desistir... y tener una cita conmigo jejeje.

-¡Anda! ¿Pero qué descaro es este? Mmm... Bueno, está bien, listillo. Acabas de firmar tu sentencia de muerte jajaja. Será imposible que resuelvas uno de mis acertijos.
-Sacó la cadena, la miró pensativa un momento, mientras ideaba una adivinanza que no pudiera resolver su enemigo, y al cabo de unos instantes levantó la cabeza; satisfecha y sonriente.-
Muy bien. Escucha bien, porque sólo lo diré una vez.
Si fueras un experto joyero y te llevasen cuatro trozos de cadena, de tres eslabones cada uno, para que los unas formando una pulsera, ¿cuántas cortes y cuántas soldaduras harías?




Kertch meditó bien su respuesta durante unos instantes. Razonándolo bien la respuesta no parecía muy complicada... Pero tenía que tener trampa. Tenía que haber otra posibilidad.
Al cabo de unos segundos, la inspiración le llegó y miró a los ojos de la chica.



-Yo haría tres.







La chica sonrió maliciosamente mientras desenfundaba su espada y se acercó con la cabeza alta a Kertch.



-Una pena. Has fallado, y la verdad es que me da pena porque estabas empezando a gustarme... Ya lo creo que lo estabas haciendo bien, peliverde.
Pero tal como pensaba, te sobrestimas. Te consideras el estratega de tu grupo, y te crees más inteligente que nadie, mirando con superioridad a los demás cuando realmente ¡¡no tienes ni idea!! Eres solamente un poco más inteligente que la media, pero nada fuera de lo común. Y ahora, chiquitín, dejame que te diga la respuesta correcta.

Tendrías que haber dicho que cortarías cuatro eslabones, uno de cada trozo, para engarzar los trozos y soldar a continuación cada eslabón cortado. Tendrías, en definitiva, que hacer cuatro cortes y cuatro soldaduras.
¿Ves? No eres tan listo después de todo... Y ahora, si eres tan amable de estirar el cuello y hacerme el trabajo un poco más fácil...


-Lo siento pero no, cielo. Esa sería una posibilidad, pero mi respuesta también era correcta. No es necesario hacer cuatro empalmes. Puede formarse la pulsera con solo tres. Basta coger solo uno de los cuatro trozos y cortar sus tres eslabones. Con cada uno de los tres se empalman los otros tres trozos. Y son solo tres. No cuatro.

Ah, y eres muy lenta con el arma. Deberías taparte, porque me aburría mientras decías todas esas tonterías y he decidido que te estabas recalentando y convenía... refrescarte un poco jeje.



La chica abrió la boca de par en par, impresionada por la lógica aplastante de su respuesta. Estaba tan impresionada que no se dio cuenta de que el Nara había lanzado su arma contra su pierna con tanta precisión que le había cortado las cintas que sujetaban la prenda que cubría su pierna derecha.

-¡¡Ahhh!! Está bien, cerebrito, una promesa es una promesa, y las mercenarias también tenemos nuestro honor. Tú ganas. ¿Cuándo quieres quedar?












Kertch sonrió, satisfecho de haber resuelto el conflicto sin tener que herir a aquella monada.




-En cuanto me encargue de tu jefa lo hablamos, ¿vale cielo?
Ah, y te llamabas Selene, ¿verdad? Se lo oí a la pelirroja. Yo soy Kertch, encantado.









Todavía sonrojada, la chica se tapó y asintió tímidamente con la cabeza.

Kertch se dirigió a donde estaba Pyros, que venía también muy sonriente, y los dos se chocaron las manos en señal de haber concluido el trabajo.

Hino y Uranior no estaban teniendo tanta suerte...

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