
Nara
Pyros
Los días siguientes de viaje fueron un infierno para Kertch, Uranior no hacía más que cambiarles el rumbo en cuanto se despistaba, mientras que Hino y Pyros habían vuelto a las andadas. El combate con las mercenarias y su desenlace había dado motivos a Hino para odiar aún más a Pyros, y a este último una inagotable fuente de bromas y cachondeo.

-Guaaapooooooo, yuuujuuuu, dame un bessssitooo, tioo buenoooo. -Dijo "Uranior" mientras corría de un lado para otro buscando a Hino, intentando contener la risa. Kercth contemplaba la escenita de lejos, con las manos en la cabeza, aburrido de tantas tonterías.

-"¿De verdad Pyros cree que engaña a alguien con ese truco?... en fin... al menos esta vez ha sido original y ha pasado de la ardilla."
Al fin la busqueda dio sus frutos, agazapado detrás de unos matorrales estaba Hino, aguantando la repiración para que no se le oyera.

Hino comenzó a correr hacia Kertch, mientras tiraba piedras a su perseguidor. Se escondió detrás del nara mientras señalaba la supuesta posición de "Uranior", ya no había nadie. El pánico se apodero de Hino, "-Puede estar por todas partes." y empezó a mirar de un lado para otro sin soltar nunca a Kertch.
Pyros se unió a la escena, apareciendo en una nube de humo (cosa que apenas llamó la atención, debido al gran porro que llevaba), al lado de Kertch y Hino.

Kertch agarró a Hino, que estaba a punto de saltar al cuello de Pyros y le mandó callar.


-No sé, ¿por qué me preguntas a mi?, yo no sé nada, soy inocente, lo juro, jamás le haría nada a Uranior, si es mi mejor amigo.
Dijo mientras daba una calada a su descomunal porro.

-¿Dónde lo has metido Pyros?.

Dijo mientras escondía el descomunal porro a su espalda, bueno, mejor dicho, lo intentaba, ya que sobresalía por casi todos los lados. A Hino se le iluminó la cara, a pesar de que no le hacía mucha gracia colaborar con Pyros en estos momentos, vió la oportunidad de librarse por fin de Uranior, y eso para él significaba bastante.



Tras algunas quejas lastimeras por parte de Hino y Pyros y algunos gritos e insultos de Kertch y Uranior, el singular cuarteto continuo su viaje.
El viaje continuó siendo una pesadilla para Kertch, cada vez que se despistaba Uranior desaparecía. Lo único positivo de aquello era que ya no se desviarían más del rumbo si se despistaba.
Tras varios días de viaje a trevés de bosques cada vez menos frondosos, llegaron a un campo, prácticamente despejado de árboles, con una aldea grisácea al fondo, en lo alto de una suave colina. Habrían dado por abandonada la aldea, de no ser porque Hino consiguió ver y Pyros oler, que de una de ella salía humo de chimenea.




No perdieron el tiempo en comprobar si las demás casas se encontraban ocupadas, marcharon directamente a la que tenía la chimenea encendida, que además era una de las casas más cercanas a ellos. Una vez dentro ya preguntarían al dueño por las demás casas y por el lamentable estado de abandono del pueblo.
Apenas se encontraron delante de la casa Kertch llamó a la puerta, en contra de la voluntad de Pyros, que seguía insistiendo convencidamente de que: "así se perdía el factor sorpresa". No tuvieron que esperar mucho tiempo a que la puerta se abriera, a los pocos segundo de llamar se asomó un señor con cara de curiosidad, no debía de llamar mucha gente a su puerta.

-¿Quiénes sois y qué os trae a esta aldea tan alejada de la mano de Dios?
Kertch tapó rápidamente la boca de Pyros, que estaba a punto de responder a la pregunta, para prevenir posibles desgracias.


-¿No seréis policías?.
Kertch volvió a tapar la boca a su hermano.

El señor de la casa examinó a los cuatro, buscando algo sospechoso en ellos, al final, tras considerarlos demasiado peculiares y llamativos como para ser de la secreta, les dejó pasar a su casa. El hombre les indicó el sitio donde podían dejar sus cosas y luego empezó a enseñarles la casa empezando por el sitio donde podrían pasar la noche.


Aquella pregunta sorprendió a Geiler, quién tras pensárselo un tiempo, respondió nervioso, a la vez que se cercioraba que la puerta estuviese correctamente cerrada con llave.

A Kertch esta respuesta no le contentó mucho, pero no estaba en posición de exigir una mejor. A Pyros en cambio pareció alegrarle bastante aquella respuesta (tanto que empezó a babear), ya que según él, confirmaba sus deducciones. Pyros lanzó una mirada de complicidad a Hino para que usara su chinakugan, habría preguntado al dueño directamente por lo que había dentro pero su hermano no le dejaba abrir la boca.
El hombre continuó enseñándole la casa, la cocina, los baños... y por último el salón, lugar donde por fin se sentaron y comenzaron una charla acerca de la historia de la aldea.


-Tengo que irme un momento... al baño.

Kertch estaba tan absorto con la conversación intentando sacar más información acerca del pasado de la aldea, y Geiler tan concentrado para no revelar más información de la cuenta, que ninguno notó la ausencia de Hino y Pyros. La conversación se prolongó largos minutos, mientras, un poco más alejado del salón:

Detrás de la puerta había unas escaleras, que conducían, como sospechaba Kertch a una especie de sótano. Los dos, porro en mano a modo de linterna, descendieron con cuidado por las escaleras, pues, si el porro iluminaba un poco el camino, el humo que despedía contrarestaba el efecto.



Pyros no necesitó más, lanzó un grito y corrió escalera abajo con las manos adelantadas y un papel gigante entre ellas. Tras varios porrazos e intentos de fumarse la pared, se tranquilizó un poco y volvió hacia donde estaba Hino, que era el único que parecía orientarse más o menos en aquél gigantesco sótano.
-¡Hey hey!...

Los dos se quedaron en silencio y a oscuras, afinando su oído. Al fin se volvió a escuchar aquella voz.
-¡Ven a bailaAaAaar!...

-¡¡NOOOOO!!, ¡¡otra vez él, todas las noches la misma pesadilla!!, ¡¡¿por qué?!!, ¡¡estuvo tan cerca, sabía tan bien y se me escapó!!, ¡¡se suicidó, jamás podré fumármelo!!, ¡¡¡SAL DE MI CABEZA FOLGORE!!!.
Aquellas palabras volvieron a abrir aquella profunda herida en Pyros, aún recordaba aquel día con exactitud, lo tenía liado y luego... ¡Nada!... siempre recordará sus últimas palabras.
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-Moge, moge...
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