sábado, 25 de abril de 2009

Capítulo 8 Gymkana hasta la torre









Nara
Pyros





La situación de Pyros era desesperada, cada vez que levantaba la mirada y veía su imagen reflejada en alguno de esos espejos que le rodeaban, le entraban unas terribles ganas de prenderse fuego y fumarse.

Haciendo acopio de todas sus fuerzas, Pyros cerró los ojos y empezó a correr en todas las direcciones, estrellándose contra todos los espejos e intentando romperlos, solo así conseguiría evitar fumarse.

El cuerpo de Pyros en la realidad comenzó a chocarse contra todo tipo de edificios, transeúntes, guardias, algunos de los cuales respondían de forma violenta...

Una vez el anbu creyó que había roto todos los espejos, se dejó caer de rodillas y abrió sus ojos, tenía todo el cuerpo magullado, una costilla rota, pero no sentía dolor. Miró a su alrededor, se en encontraba sumido en una total oscuriadad, sus dilatadas pupilas no eran capaz de captar el más leve rayo de luz.



-"Bueno, así no tendré ganas de fumarme".





De repente, un intenso aroma recorrió las fosas nasales del ninja, un olor a maría de la buena, de las mejores que había olido. Intrigado, no pudo hacer otra cosa que encender una llama para ver de dónde provenía aquel maravilloso olor, aún sabiendas que aquello podía costarle la vida.

Miró a su alrededor, pero seguía en la misma oscuridad de antes, no había ningún objeto donde la luz pudiera depositarse. En un movimiento casi involuntario, miró hacia abajo, hacia su cuerpo. De las heridas que tenía no salía sangre, sino maría. Sin otra opción que fumarse y con la baba calléndole por la boca, Pyros empezó a prenderse fuego y a darse caladas a los brazos y a las piernas.

En un arrebato de voluntad, Pyros consiguió bloquear sus instintos y pensar con claridad durante unos intantes.

-Tranquilicémonos, para ganar una lucha hay que conocer a tu enemigo, yo no soy, nunca se me ocurriría liarme, es un suicidio, una persona normal tampoco, ni los de la liga antidrogas, de haberme liado con algo, no habría sido con papel, eso solo nos deja con un porreta... ¿Pero quién ha podido enrollarme sin que me diera cuenta?...

El olor a la que su cuerpo desprendía volvió a inundarle la cabeza. Cada vez pensaba menos y se fumaba más. De repente identificó ese olor y ese sabor, lo había estado catando momentos atrás, era el de los porros del Yonko.



-Así que fue él... maldito...





Ya estaba apunto de rendirse, estaba demasiado rico como para no fumarse, cuando todo le encajó.

-¡¡Espera!!, ¡¡el Yonko sería incapaz de liarme y no fumarme!!, ¡¡es fisicamente imposible!!-La vista de Pyros bajó de nuevo hacia su cuerpo-Se supone que estos golpes y quemaduras deberían dolerme, pero es como si no fueran de verdad... ¡¡¡¡MALDITO!!!! ¡¡¡¡HAS USADO ESA TÉCNICA Y YO HE CAÍDO!!!!.

La técnica en la que había caído era una poderosa técnica ilusoria suu, metía al enemigo en un genjutsu a la vez que lo hacía en una nube de humo que colocaba a su adversario, así, este no podía sentir dolor y permanecía en la ilusión por mucho más tiempo, hasta que se daba cuenta o moría.

Por suerte para él, Pyros sabía perfectamente la única forma de salir de la ilusión. Expulsando, previamente, todo el aire de sus pulmones, inspiró con todas sus fuerzas el aire que le rodeaba.
En la realidad, fuera de la ilusión, su cuerpo hizo lo mismo, absorviendo todo el humo que le rodeaba y permitiéndole sentir de nuevo el dolor.

Un incapacitante dolor recorrió de punta a punta el cuerpo del rubio, obligándolo a salir del genjutsu. Al fin con su mente en el mundo real pudo ver la magnitud de las heridas. Tenía numerosas contusiones por todo el cuerpo, un agudo dolor en el costado y una hemorragia interna le hizo saber que tenia al menos una costilla rota, eso sin contar con las tremendas quemaduras, que ahora tenía, por brazos y piernas.


-Mi única posibilidad de ganar es que haya caído en la trampa del porro ignífugo, debería de ir rápido.



Durante el tiempo que tardó el Yonko en alcanzar a Pyros, este había colocado una trampa en la entrada principal del edificio, con la intención de que nadie le molestara una vez hubiera alcanzado al Mizukage. Una vez colocada la trampa salió del edificio y se dispuso a entrar por la ""puerta"" lateral que iba a ""fabricar"", cuando le entró la duda de si tenía suficientes condimentos o si debía de comprar en el mercado más, momento que aprovechó el Yonko para atraparle en la ilusión.

Pyros se dirigió a la puerta principal, no podía perder el tiempo haciendo un agujero en la pared con su llama, se vendó los ojos para no caer en su misma trampa y entro corriendo, chocándose con algunas paredes.

Como supuso, en la sala a la que daba la entrada principal estaba el Yonko, gritando de desesperación, intentando fumarse un peta con una pinta maravillosa y una materia prima excelente, pero totalmente ignífugo.

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