sábado, 25 de abril de 2009

Capítulo 8. Gymkana hasta la torre.









Yonko








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El Yonko sintió cómo nada más encender el porro una red gigantesca de cuerdas con parches antitabaco surgía de él y lo atrapaba en cuestión de segundos. Completamente inmovilizado, y sintiendo cómo la red de parches le consumía lentamente las fuerzas, cayó al suelo y desde allí pudo ver con rabia cómo Pyros se quitaba las ropas de comerciante, le guiñaba un ojo y salía corriendo a toda velocidad a buscar la torre del Mizukage.


Kertch se revolvió con todas sus fuerzas, pataleó forcejeó e incluso trató de morder los hilos, pero parecían indestructibles. Al cabo de unos minutos, agotado, el Yonko dejó de moverse y dejó caer su cabeza pesadamente contra el suelo, cerrando los ojos.


Viendo que no le quedaba otra opción, se replegó a su interior para pedirle ayuda Kertch.



-A ver, tú. Estamos metidos en un buen lío y tienes que sacarnos de aquí. Eres el más racional de los dos, osea que piensa algo.








-¿Y si no me da la gana? Aquí se está la mar de agusto...









-Si nos quedamos aquí Pyros se fumará al Mizukage, mientras que si nos liberas puedes seguir intentado salir y tendrías alguna posibilidad de salvarlo. Cada segundo que perdemos aquí, el mendrugo de tu hermanito está un poco más cerca del Kage, y sabes que se lo va a fumar bien fumadito...





-Maldita sea... Hmmm... En ese caso está bien, déjame pensar.









El joven Nara levantó cabeza para estudiar detenidamente el mecanismo de aquél porro-trampa. Por lo que había visto tenía toda la pinta de ser un instrumento mas de la Liga Antidrogas.
Mientras se preguntaba en qué momento se lo habría mangado su hermano a Wolx y Ghoss sin que nadie se diera cuenta, Kertch probó algunas cosas hasta llegar a la conclusión de que no podría salir de allí por métodos normales. Si su teoría era cierta, y se trataba de un instrumento de la Liga, aquél peta sería indestructible para cualquier técnica Suu (porreta) y para la mayoría de procedimientos ninjas habituales.
Así pues, hizo lo único que podía hacer para salir de allí. El Yonko, que ya había descubierto lo que se proponía empezó a agitarse.


-¡¡Espera, espera, tíio!! ¡¿Seguro que no hay otra manera?! ¡Eso va a doler muchísimo!





Confirmándole que era la única opción que tenían, Kertch inspiró hondo y recurrió a una de las habilidades de su línea sucesora: El Kage Nui no Jutsu o lluvia de espinas.
Convirtió su sombra en una lluvia de espinas letalmente afiladas y las dirigió contra los hilos del porro, a riesgo de que las espinas aparte de destrozar el sistema de la trampa, le destrozasen igualmente el cuerpo.

Después de una pequeña explosión, El Yonko estaba libre, con todo el cuerpo ensangrentado y lleno de heridas graves. Gruñendo a Kertch y afirmando que no volvería a pedirle ayuda, el Yonko echó a correr detrás de Pyros, que ya estaba muy cerca de la torre.

Por suerte para él, Pyros parecía haber tenido un momento de lucidez y había decidido planear su ataque a la torre (que podía estar llena de trampas y soldados) antes de entrar. Así, el rubio estaba detenido a un lado de la puerta, inclinado sobre su mochila...

El Yonko se apoximó a él lentamente por la espalda, de una forma tan increíblemente sigilosa que Pyros no se percató de nada.
Cuando ya estaba a un palmo del rubio, le oyó murmurar mientras sacaba de su mochila una serie de condimentos como pimienta, azúcar, sal...

Con una media sonrisa, el Yonko llegó a la conclusión de que Pyros no estaba pensando ninguna estrategia, sino que llevaba un rato decidiendo con qué iba a ensalzar al Mizukage para que supiera todavía más exquisito dentro del porro. Tan entretenido estaba que no vio al Yonko realizar unos sellos y sumirle en una ilusión con un Genjutsu Suu especial y único...

Cuando Pyros se decidió al fin por echarle todos los condimentos a la vez al Kage y se incorporó frotándose las manos, listo para entrar en la torre, no se dio cuenta de las cosas eran un poco distintas. Se fumó a los guardias de la puerta y entró en la torre, pero en vez de un pasillo o unas escaleras que llevaran al despacho del Mizukage, lo que encontró allí dentro era una sala llena de espejos, en los que podía ver un porro con patas, cara y brazos mirándole con ansia desde todos ellos.

Tardó unos segundos en darse cuenta de que eran espejos, y mirarse el cuerpo, para descubrir que se había convertido en un porro humano... Las ganas de fumarse empezaron a dominar todo su cuerpo.

[Aclaración: Pyros no se había movido del sitio, y estaba babeando sobre su mochila, inmerso en su ilusión, mientras el Yonko se escabuyía hacia el interior de la torre]

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Transmisión en conversación de máxima seguridad.
Culo del mundo... Laboratorio a oscuras.


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-Jefe... Será mejor que me marche ya. El escuadrón Beta ha sido completamente aniquilado, exceptuando, claro está, a Nick Alea, que ha decidido abandonarnos.

Son malas noticias... Pero estoy seguro de que las mercenarias harán bien su trabajo. Debo asegurarme de que es así.










-Por supuesto... En realidad creo que el error ha sido mío. No esperaba que esos dos se hicieran tan poderosos en tan poco tiempo.
Si Lady Kairos y su compañía también llegasen a fracasar en su misión tendremos que adoptar medidas más drásticas.
Creo que el escuadrón Alfa lleva mucho tiempo de vacaciones. Se alegrarán de saber que pueden volver a cazar.

Y ahora márchate, deprisa. No tenemos mucho tiempo...





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Fin de la transmisión.

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