domingo, 14 de diciembre de 2008

Superación Capítulo 6






Nara Kertch













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Los golpes pararon. Ghoss frenó su tormenta letal de golpes y se materializó en frente de Kertch, jadenado para recuperar la respiración normal. Comprobó que su oponente estaba literalmente hecho jirones. Había sido mutilado y desmembrado hasta extremos grotescos, y todo el suelo estaba teñido de sangre. Satisfecho, Ghoss se permitió caer de rodillas al suelo, agotado y herido de gravedad. Calculó que a pesar de la enorme cantidad de chacra que le suponía hacer esa técnica en el segundo y penúltimo nivel (aumentaba exponencialmente su velocidad y fuerza con cada salto, pero también el consumo de energía), todavía tenía una buena reserva. Había podido llevar su control elemental hasta extremos fuera de los límites naturales para cualquier humano gracias a que poseía unas reservas de chacra gigantescas también. Pensando en esto, Ghoss, activó un jutsu médico en su mano derecha, y fue curando sus heridas más graves, cuidadosamente.

Pero entonces, cuando estaba en mitad de la tarea, notó cómo una sombra se movía rápidamente detrás de él, y giró la cabeza inmediatamente mientras se incorporaba de golpe.
Giró su mirada asustada una vez más hacia el cuerpo hecho pedazos, pero este había desaparecido.

Y entonces, en el otro extremo de la habitación lo vio.


Le costaba distinguirlo, porque, mientras se curaba, las luces de la sala habían ido haciéndose cada vez más tenues.
Pero Ghoss no se había dado cuenta de este importante detalle, y ahora mismo la única luz que quedaba en la estancia era la del candelabro situado en el otro extreño de la habitación, cuya llama estaba ahora junto a Kertch, que estaba con el torso desnudo, los pantalones hechos jirones y el brazo izquierdo colgando de forma antinatural en su costado, fracturado en varios puntos.

Esto se encontraba en sintonía con los múltiples cortes y moratones que poblaban cada centímetro de su cuerpo, en ocasiones de muchísima profundidad.
Y sin embargo, el peliverde ahora sonreía, con la sonrisa de quien se sabe vencedor, después de haberlo pasado fatal. Ghoss no entendía cómo había podido engañarle haciendo una copia de sí mismo tan perfecta, e incluso adornandola de manera tan creíble para que pareciera descuartizada; y muchísimo menos imaginaba en qué momento había colocado aquella copia en su lugar, para escapar sigilosamente y dedicarse a apagar casi todos los candelabros de la sala.

Kertch no dio ninguna explicación. Solamente guiñó un ojo a su enemigo, y después de mojarse los dedos con sangre de su mejilla, apagó la última vela de la sala, quedando esta totalmente a oscuras...
...

Y entonces Ghoss lo entendió. Mientras la oscuridad le consumía, y se sabia absolutamente acabado, se dio cuenta de que si la sombra es el medio empleado por los Nara para sus ataques más letales, un habitáculo totalmente a oscuras simplemente era una sala de exterminio.

No había escapatoria posible, y Ghoss lo sabía mientras notaba como cada centímetro de su cuerpo era controlado de manera brutal, y obligado a destrozarse a sí mismo.
En aquella situación de dominio absoluto, el Nara podía incluso producir cáncer a su adversario, al controlar cada célula de su cuerpo.
Hasta el cerebro dejó de responderle, mientras todas las células de su cuerpo se rendían a una única orden final.


La autodestrucción.

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