miércoles, 3 de marzo de 2010






Nara Kertch












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Nathaniel estaba realmente indignado. Había peleado contra cientos de tipos más duros que aquél maldito Suu, y sin embargo en unos segundos todo se había complicado muchísimo, hasta el punto de que ahora su oponente iba ganando. No podía permitirlo. Se levantó con esfuerzo.



-Ah... Por esto es que odio tanto a los malditos Suus... Nunca sabéis cuándo rendiros...











-Y sin embargo tú eras de los nuestros. ¿Por qué renegaste?







El peliazul esbozó una mueca de disgusto, como si le molestase profundamente sacar ciertos recuerdos.



-Bueno... Voy a matarte en unos segundos, así que supongo que no hay problema en decírtelo... Yo nací en una familia media Suu, pero por lo visto mis padres desde niño consideraron que no era capaz de fumar como los demás niños, por lo que no me querían. Ellos... intentaron fumarme. ¡¡Esos malditos desgraciados!!

Así que me escapé de casa, entré en el templo Suu de la ciudad y me las apañé para robar esta espada legendaria.
Juré destruir con ella la Aldea algún día, una vez dominase sus poderes, pero cuando ese día llegó, resultó que tu maldito hermano ya lo había hecho él. Fue entonces cuando decidí que las personas como vosotros no deberíais existir. Encontré una organización dispuesta a financiarme, y cree la Liga Antidrogas para mataros a todos. Y eso es lo que voy a hacer ahora mismo...

Blandió su espada brillante, y Kertch sintió lástima durante unos instantes por aquél tipo. Luego recordó que aquél tipo quería matarle y la compasión desapareció.



-¡¡Mis padres no creyeron en mis capacidades, pero al matarte a ti... un porreta legendario... demostraré que se equivocaban!! ¡¡Prepárate!!









Nathaniel disparó una onda de rayos desde su arma, y Kertch las esquivó fácilmente. Su contrario había limpiado sus ropas, y ahora ninguno de los ataques de "El Buco legendario" podría perseguirlos. Decidió que a pesar de esto, aquella espada seguía siendo algo demasiado peligroso, y debía encontrar la forma de arrebatarársela a su contrario como fuera.

Realizó el sello de la rata y ejecutó su técnica de línea sucesoria, alargando sigilosamente por el suelo el tamaño de su sombra, pero Nathaniel lo observaba con una sonrisa, perfectamente informado de lo que estaba haciendo el Nara. Dio un salto hacia atrás, esquivando la negra silueta del suelo con facilidad y luego hizo estallar el suelo a los pies de Kertch, de forma que miles de rocas surgieron del suelo, y aunque pudo esquivar unas cuentas, otras muchas lo alcanzaron desde abajo, derribandolo con fuerza.

Kertch se levantó dolorido, acusando cada vez más las heridas acumuladas de aquella batalla. Tendría que encontrar una forma de distraer a aquel tipo. Nathaniel, por su parte, parecía divertirse mucho ahora que el combate se inclinaba otra vez a su favor.

Volvió a utilizar el poder de Tierra en la hoja de su espada y creó tres enormes plantas carnívoras a la espalda del Nara, que a duras penas tuvo tiempo de girar sobre sí mismo, y bloquear con sus espadas un mordisco de la que le pillaba más cerca. Luego, siguió empujando hasta introducir los filos de las porro-espadas en la boca de la criatura y dio un tirón fuerte y rápido hacia arriba, seccionándole la cabeza limpiamente.

Las otras dos plantas se lanzaron también contra él, pero a estas no les devolvió el golpe, puesto que se le había ocurrido una idea.

Se volvió a girar para mirar a Nathaniel, dando la espalda a los monstruos de su espalda, y volvió a intentar lanzar su sombra para atraparle. Su contrario puso cara de disgusto y gritó.


-¡¡Que dejes de intentar eso!! ¡¡No te va a funcionar, entérate de una vezz!!









Y acompañó sus palabras con una nueva onda de rayos, que Kertch esquivó con una voltereta hacia el lado. El relámpago alcanzó a la planta que tenía detrás, pero apenas llegó a quemarle una hoja de su tronco, y no prendió bien. La planta carnívora alargó el cuello y abrió la boca para intentar engullir al Nara, pero este la esquivó nuevamente.

Iba a repetir el Kage Nui no Jutsu para atraparlo con su sombra, pero Nathaniel, colérico, decidió que ya se había cansado, y empezó a lanzarle ataques de todos los tipos.

En ese momento Kertch sonrió y bloqueó con su cuerpo el disparo de agua, mientras esquivaba los de los otros elementos y dejaba que pasasen de largo, directos hacia las plantas carnívoras. Finalmente, uno de los cañonazos de fuego alcanzó a una de las plantas, que prendió rápidamente y chilló con furia mientras ardía y propagaba el fuego a su compañera, en una gigantesca explosión de llamas.



-¿Y eso es todo lo que pretendías? ¿Con eso te pones tan contento? ¡¡Pero si puedo crear tantas plantas carnívoras como quiera, inútil!! ¡Jajajaja!








Pero Kertch nisiquiera se molestó en responder. Sin parar de sonreir, se colocó delante de las plantas y realizó una última vez el sello de la rata para extender su sombra, con la particularidad de que esta vez, teniendo tras de sí la explosión de llamas y luz, esta se extendió y propagó con un alcance y rapidez mil veces superior, atrapando instantaneamente a su adversario.



-¡¡Pero qué...!! ¡¡NOOOOOOOOOOOOOO!! ¡MIERDAA!










Kertch tenía absolutamente bajo su control a Nathaniel. Primero avanzó unos pasos hacia él, de modo que éste se vio obligado a hacer lo mismo. Cuando estaban separados por apenas tres palmos, Kertch hizo un movimiento con el brazo hacia adelante, mientras abría la mano derecha para lanzar uno de sus porro-espada a los pies de su contrario.

Y fue entonces cuando Nathaniel repitió el movimiento y el resultado fue que arrojó la espada legendaria a los pies de Kertch, mientras gritaba y maldecía, completamente fuera de sí.
Kertch se puso en cuclillas, y recogió la espada del suelo, con una sonrisa radiante. Liberó a su contrario y le apuntó con su propia espada, que brillaba con muchísima fuerza, como si se alegrase de tener ahora por dueño a alguien mucho más dotado y poderoso.

Nathaniel se derrumbó, completamente arrasado moralmente y consciente de que había perdido. Golpeó el suelo con los puños una y otra vez, presa de la desesperación.


-¡¡NO, NO, NO, NO Y NO!! ¡NO ES ASÍ COMO DEBÍA SER...! ¡UN YONKI COMO TÚ NO PUEDE DERROTARME! ¡AAARGHHHH!
Pero... no puedo dejar que esto acabe así... no voy a dendirme y dejar que me humilles... yo... aunque sea sin la espada... pe-pelearé... y... fumaré...





Y dijo esto sin mucho convencimiento, pero se levantó del suelo, sacó un peta polvoriento de su bolsillo y le prendió fuego antes de darle una calada. En ese momento, mientras miraba con odio a su contrario, Kertch comprendió que su oponente no iba a rendirse, y tendría que matarlo para poner fin al combate.

Pensó que no sería muy difícil acabar con un simple Suu, y además uno de nivel tan bajo como el propio Nathaniel se había definido, pero entonces algo extraño ocurrió. La tierra empezó a temblar, y el cuerpo del peliazul desprendió un aura verdosa cada vez más potente.

Su cuerpo despedía energía y odio por cada poro de la piel, e incluso levitó unos centímetros, mientras a su alderedor se formaba desde el suelo un círculo de plantas de marihuana que lo rodeaba y protegía por completo.



-Maldita sea... este tipejo... ha alcanzado el nivel de superyonki... ¿su mayor miedo era pelear sin esa espada? ¿utilizar sus poderes Suu?







Pero no tuvo tiempo de hacerse muchas preguntas. Nathaniel soltó una carcajada de felicidad y con un movimiento de su brazo las plantas de marihuana empezaron a disparar metralla de semillas venenosas contra el Nara, que las pudo bloquear con una onda de fuego lanzada por El Buco. Sin embargo, la llamarada no rozó siquiera al peliazul, porque las plantas absorbieron todo el impacto, murieron carbonizadas y luego volvieron a crecer del suelo, listas para volver a disparar sus semillas contra Kertch.


-Parece que la cosa va a ponerse interesante...




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