miércoles, 10 de marzo de 2010






Nara Kertch












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El combate había alcanzado su punto álgido muy deprisa. Kertch con la espada legendaria y Nathaniel con su nivel de Superyonki habían multiplicado sus fuerzas por mil, y el terreno que los rodeaba se destrozaba por momentos, incapaz de contener la espeluznante cantidad de energía que se estaba acumulando sobre el campo de batalla.

La electricidad estática generada por el choque de fuerzas empezó a cargar el cielo, provocando relámpagos que atravesaban el cielo, teñido de rojo y negro por la caída del sol.

Kertch dio un mandoblazo con el Buco y al momento empezó a caer una lluvia torrencial. El agua cayó y cayó tan deprisa que muy pronto todo el terreno se inundó, mientras gigantescas olas danzaban al ritmo que el Nara marcaba con su espada, sostenido en el cielo. Mientras, los rayos caían por todas partes, impactando contra el agua y creando pequeños fogonazos de luz y chispas.

Nathaniel, por su parte, estaba levitando sobre un manto de hojas de marihuana, mientras otras hojas volaban a enorme velocidad a su alrededor, como flechas embravecidas configurando una gran esfera protectora que envolvía su cuerpo por completo.


-Esas hojas no van a poder protegerte por mucho tiempo... estás acabado.






Y dirigió el flujo de rayos que caía del cielo directo contra su oponente. Los relámpagos impactaron con fuerza en la esfera de hojas, destruyendola por completo, pero en cuestión de segundos las plantas volvían a surgir de la nada, reconstruyendo la burbuja protectora.

Nathaniel miró con expresión desafiante a Kertch, extendió unos tallos cargados de espinas metálicas desde sus hojas protectoras, y con un movimiento de ambos brazos lanzó una lluvia de latigazos contra él.

Kertch detuvo la lluvia, prendió en llamas la hoja de su arma y bloqueó contundentemente las ramas, que además empezaron a arder en el acto. Aprovechando el camino abierto hacia su contrario después del bloqueo, se propulsó hacia adelante directo contra éste.

Pero cuando iba a dar un corte a Nathaniel con la espada, su oponente desapareció convertido en miles de hojas de maría, que danzaron en el aire agitadas por el viento hasta volver a reagruparse unos metros más allá. De esta agrupación volvió a surgir el peliazul, con una sonrisa de superioridad en la cara.


-No importa que tengas esa arma legendaria en tus manos ahora, amigo. A la vista está que no tienes ni idea de cómo manejarla, y con el poder que ahora tengo soy imparable, ¡jajajaja! ¡voy a aniquilarte!







Kertch estaba muy desconcertado. Aquél tipo tenía unas habilidades en nivel de superyonki terribles, incluso era capaz de crear invocaciones menores del repertorio que manejaba el Yonko, y teletransportarse, tal como acababa de hacer.

Nathaniel decidió que el combate se había alargado demasiado y era hora de poner todo su poder en un último ataque letal. Cerró los ojos en una pose de concentración, y al momento su cuerpo comenzó a irradiar una potente luz verdosa.

Las hojas que le rodeaban comenzaron a crecer de tamaño, agitandose con furia y multiplicándose exponencialmente. Del suelo crecieron más y más hojas de marihuana, afiladas como estacas que surgían de la tierra tratando de atravesar a Kertch. Nathaniel extendió entonces los brazos y se sumaron al ataque cientos de miles de hojas afiladas como cuchillas, que cayeron sobre el Nara a modo de mortífera metralla.

El suelo se despedazó a medida que las hojas caían, desintegrándose todo lo que tocaba la mortal lluvia de flechas, y Kertch supo que no podría sobrevivir a un ataque como ese. Los disparos se concentraron donde él estaba, provocando una gigantesca explosión.

Mientras, algunas de las flechas destruyeron por completo el muro que rodeaba a la fortaleza y varias de sus estructuras y pilares principales. Viendose aplastado por la lluvia de proyectiles, Kertch dedicó una última mirada a la fortaleza esperando con todas sus fuerzas que Pyros e Hino hubieran sido capaces de terminar ya sus combates y entrar en el edificio.

Los soldados que se encontraban en el patio interior de la fortaleza empezaron a salir en estampida, acribillados masivamente por la lluvia de proyectiles. Mientras las paredes se venían abajo y los muros caían levantando inmensas humaredas, la tierra temblaba como si el mundo fuera a acabarse.

Pasaron los minutos y todo estaba cubierto de un silencio sepulcral, acompañado por la estampa de caos y destrucción. Al despejarse el humo, Nathaniel descendió con suavidad hasta apoyar los pies en la tierra.
Ya nisiquiera tenía energías para mantener las hojas de marihuana volando cerca de él, pero no era necesario, pues toda la tierra varios kilómetros a la redonda había sido reducida a cenizas, exceptuando el edificio central de la fortaleza, que debía de estar hecha con un material más duro y se levantaba ahora como una torre solitaria en medio del desierto.

El peliazul fue renqueando, recorriendo el terreno que le separaba hasta el lugar donde Kertch había caído arrasado por la vorágine de flechas. Sorprendentemente, el cuerpo del Nara no había sido desintegrado, pero sí se encontraba muerto y hecho jirones sobre el suelo.

Nathaniel sonrió con la felicidad de haber salido victorioso en la pelea más dura de su vida, y decidió que ya que había recuperado sus poderes como Suu, podía permitirse hacerle un pequeño y último homenaje a su odiado clan.
Sacó un papel tamaño humano y enrrolló con él todo el cuerpo de su oponente. Cuando estaba bien liado, prendió fuego a su cabeza y empezó a aspirar por el otro lado. Fumó y fumó hasta que todo el cuerpo a excepción de las piernas hubo desaparecido, y entonces decidió que se había cansado de aquello. Su cuerpo ya no tenía los poderes del modo Superyonki, y ahora sufría el agotamiento después del combate, así que dejó lo que le quedaba del peta humano en el suelo y se dio media vuelta, dispuesto a marcharse de allí.

Pero en ese momento una voz le detuvo.



-¿Eres consciente de lo peligroso que es lo que acabas de hacer? Reza porque no te ocurra nada malo de un momento a otro...






La voz de Kertch a sus espaldas dejó congelado a Nathaniel, que no podía creer lo que estaba pasando. Se giró con la cara blanca de asombro y miró cara a cara a su oponente, que le miraba de pie, junto al medio porro del suelo, con apariencia de estar brutalmente herido.



-Debo admitir que ese último ataque ha sido terrible... Casi creí que no lo contaba. Menos mal que gracias a El Buco pude desviar la mayor parte de las flechas... y que por lo visto tú no conoces la técnica de intercambio de cuerpo Suu, nivel avanzado. No fue nada fácil, pero conseguí dar a ese pobre soldado moribundo mi apariencia antes de esconderme bajo tierra... Como siempre, sigues siendo poco observador... podrías haberte fijado al menos en que el tipo que te estabas fumando ya no llevaba la espada legendaria.


Y era cierto. Ahora Nathaniel veía con espanto que efectivamente no había ninguna espada cerca del porro a medio fumar, porque la tenía el verdadero Kertch en su mano, y de hecho le estaba apuntando con ella.

-No... es impos... ¡¡¡¿¿¿¿¿????!!! ¡¡Pero qué...!!!










Nathaniel empezó a convulsionar de forma extraña, mientras algo en el aire parecía distorsionar la realidad. El cielo se cubrió de negro y rojo sangre, la tierra tembló violentamente y Nathaniel empezó a brillar con una luz rojiza, mientras su cuerpo se elevaba en el aire, con los ojos en blanco.



-Maldita sea... lo sabía... ha violado la norma Suu más sagrada y ahora va a sufrir las consecuencias... la maldición del peta a medio fumar... el reverso tenebroso del peta...







Nathaniel cada vez brillaba con más intensidad, el aire se hizo pesado y las sacudidas de la tierra hicieron que Kertch tuviera que clavar en el suelo una rodilla tratando de no salir volando. Nathaniel aumentó su tamaño hasta convertirse en un gigante de forma monstruosa y rebosante de poder. La criatura, que no paraba de crecer y brillar cada vez con mayor intensidad, habló con voz de ultratumba.

-¡¡¡JAJAJAJAJA!!! ¡¡NUNCA ME HABÍA SENTIDO TAN LLENO DE PODER!! ¡¡AHORA SOY INVENCIBLE!! ¡VOY A FUMARME EL MUUUNDO! ¡JAJAJAJAJA!









Pero Kertch veía claro que aquello no iba a terminar bien. Nathaniel había reconocido ser un porreta de nivel bajo, y sus habilidades como Suu estaban poco desarrolladas y serían claramente insuficientes para contener tamaña cantidad de poder oscuro.

Sus peores sospechas se confirmaron cuando la criatura emepezó a gritar como loco, incapaz de contener tanta energía, y por su cuerpo salieron haces de luz que le atravesaban la piel. No le quedaba mucho tiempo.

-AAARRGHHH... NO PUEDO CONTENERLOO... PERO.... SI YO MUERO... TÚ CAERÁS CONMIGOOO.... UUUGGRUAAAAARGHHHHH









Con un movimiento de su mano levantó a Kertch en el aire por telekinesis, mientras notaba cómo una zarpa de humo negro le envolvía. Todo lo que le rodeaba se estaba distorsionando, como si el universo se viera afectado por un desequilibrio. Las piedras levitaban despacio, completamente ingrávidas, y el suelo se rompía a pedazos mientras el cielo rugía con fuerza, cada vez más oscuro, como si se tratase de un agujero negro.

Estaba seguro de que aquello era el fin cuando los haces de luz que atravesaban a Nathaniel comenzaron a multiplicarse, saliendo uno a uno por todos los poros de su piel, que no parecía capaz de contener aquella cantidad brutal de energía pura, y su cuerpo comenzó a desgarrarse.


-AAARRGHHH... ¡¡¡NOOOOO
OOOOOOOOOO

OOOOOOOOOOO
OOOOO!!!!











Su cuerpo reventó en mil pedazos, desatando una explosión y una onda expansiva gigantesca de fuego y energía oscura. Kertch salió despedido por los aires violentamente, puso la espada entre la masa de llamas y su cuerpo para protegerse y notó cómo el arma legendaria se resentía y chirriaba, incapaz de contener aquella fuerza.

A los pocos segundos el acero se partió por la mitad, y explotó también en mil pedacitos de metal sagrado. De la explosión surgió un fogonazo de luz, y un pájaro gigante con plumas metálicas y brillo dorado. Tenía el cuello de un cisne y unas patas largísimas, acabadas en largas garras.
La criatura echó el vuelo, feliz de sentirse libre, y Kertch continuó con su trayectoria de vuelo incontrolado directo hacia la torre principal de la ya inexistente fortaleza, chocando contra ella y entrando por el hueco creado en la pared.

Cayó en una habitación elegante y muy grande, y se golpeó contra el suelo tan fuerte que pensó que perdería el conocimiento. A su derecha, estaba Pyros arrodillado, lloriqueando algo de un peta sin fumar y de que vivir ya no tenía sentido. Delante, la última persona que hubiera querido ver en el mundo.

El hermano de su padre. El petakage de la destruída Aldea del Peta. De pie, le miraba desde arriba con una sonrisa de suficiencia, su fallecido tío Aaron.

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