lunes, 11 de enero de 2010









Nara
Pyros






Las cosas se estaban poniendo feas para el porrobot, Kertch se había apagado las llamas y estaba de nuevo en pie, Pyros se enontraba en un estado más animal que humano y Hino había encontrado un rincón perfecto para pegar su culo y así protegerlo.


-Ni se te ocurra hacer lo que estás pensando Pyros. -Dijo Kertch haciendo gala de su telepatía. -Por ese brazo salen porros y llamaradas, ¿que te hace pensar que al poner tu boca y chupar no saldrá lo segundo?.








Pyros se quedó boquiabierto, su hermano le había vuelto a leer las intenciones, aunque él seguía empeñado en que si inspiraba con suficiente energía acabaría saliendo lo primero.


-¿Qué te parece si lo hacemos a tu manera y te ayudo a encender el peta?.
-Dijo mirando al porrobot, sabía que si no se lo presentaba en una buena bandeja, Pyros no haría caso a su plan y correría a fumarse el brazo del porrobot.





Al rubio se le iluminó la cara, hasta ahora, después de todo el tiempo que llevaba junto con su hermano, este jamás le había ayudado a hacerse un porro, lo cuál le recordó una cosa, una misión que se había propuesto hace bastante, bastante tiempo, devolver a su hermano a la senda...

-¿A que tiene buena pinta?... -Contestó echándole todo el humo posible de su peta a la cara. -¿No te apetecería fumártelo verdad?... -Continuó mientras le daba un papel gigante.







Kertch procuró ignorar las frases y gestos de Pyros y los gritos de auxilio de Hino, pues el porrobot lo había encontrado ya y estaba intentado tirar abajo la pared que protegía su culo, pues aunque parezca mentira el porrobot fue incapaz de separarlo de ella. El nara prosiguió exponiendo su plan a Pyros, cosa totalmente inútil, pues este ya se encontraba chupándole el brazo al robot con todas sus fuerzas, esperanzados en que volvieran a salir esos maravillosos petas.


Tras un par de minutos de forcejeo y tras comprobar Pyros cómo su hermano llevaba razón en cuanto lo de los porros y las llamaradas, el rubio por fin se encontraba dispuesto a escuchar a su hermano y pagar al robot con su misma moneda.


-¡Qué paciencia hay que tener!... en fin... a lo que iba, ¡No!, ¡no quiero un peta!. -Dijo apartando de un manotazo un porro que su hermano le había puesto en la boca preguntándole si quería uno. -Te propongo un ataque combinado, fuego-aire, eso le dejara frito... está bien... y listo para fumar. -Dijo cediendo ante sus enérgicos aspavientos, cómo indicándole que faltaba la parte más importante.




Aquella conversación tenía lugar mientras Hino se aferraba firmemente al techo, con el culo bien a salvo contra la piedra, mientras que el porrobot intentaba bajarlo con una escoba. De no haber sido por la continua, valerosa y sobre todo involuntaria distracción que Hino ejercía sobre el porrobot, las cosas podían haber acabado muy mal.

Ya por fin deacuerdos, los dos hermanos se dispusieron a hacer un ataque sorpresa, (o sorprendentemente basto, como prefería llamarlo Pyros) sobre el distraído porrobot.

Tras realizar los pertinentes sellos y dar las pertinentes caladas, Pyros se colocó al lado de su hermano, dispuesto a unir su llama con el aire, altamente rico en oxígeno que le iba a proporcionar en unos instantes.

Un chorro de aire salió velozmente de Kertch en dirección a su objetivo, seguido de una brillante e intensa llamarada, impactando en la desprevenida máquina. Una intensa nube de humo cubrió toda la estancia instantes despues de que aquél mortífero rayo hiciera blanco. Para cuando la nube de humo se disipó ya no quedaba ni rastro ni del robot, ni de sus cenizas (de estas últimas se había encargado Pyros, guardándolas en su caja de "cenizas para condimentar esos porros especiales", siguendo fielmente el dicho suu de "eso, eso, no dejes... ¡ni las cenizas!).

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