jueves, 7 de enero de 2010






Nara Kertch












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-OBJETIVO LOCALIZADO, CHUIIIIII... DESTRUIR, ANIQUILARRR, EXTERMINAAR... CHUIII....





















-Eh... eh... Espera un momento...











Pero el robot no se inmutó. A pesar de que su estatura era ligeramente inferior a la de Kertch, y lo aparatoso que parecía ser, el peliverde se vio sorprendido de pronto por la velocidad de la que el robot hacía gala. En cuestión de segundos se avalanzó sobre el Nara y le propinó un gancho brutal que lo levantó por los aires.

A continuación, el robot extendió los brazos y disparó dos potentes chorros de fuego directos contra el pecho de un aturdido Kertch, que a duras penas logró esquivarlo elevandose con el Tobidasu cuando las llamaradas le quedaban a un palmo del pecho.

Desde las alturas, Kertch observó a su adversario, ahora ya convencido de que el robot tenía órdenes y sería imposible hacerle cambiar de idea. Así pues, Kertch estudió detenidamente en los siguientes minutos la estructura de la bestia mecánica, y observó que su cabeza estaba formada por un porro de considerable tamaño integrado en la estructura del aparato.




-Hmm... ¿Un porro? Esto parece tecnología Suu. Y lo que es más, me suena muchísimo haber visto uno de estos en alguna parte...







Pero no tuvo tiempo de pararse a analizarlo mucho más, porque el robot alzó sus brazos hacia el techo y le disparó una nueva doble llamarada, que esta vez Kertch esquivó fácilmente.
Voló con rapidez hacia la espalda del robot, y lo agarró por los brazos, tratando de paralizarlo mientras buscaba algún mecanismo con el que apagarlo en su nuca.

Pero en los pocos segundos que tuvo mientras la máquina se revolvía con enorme fuerza tratando de liberarse, Kertch sólo pudo ver lo que parecía una ranura ovalada, en la que estaba incrustada el porro gigante que hacía de cabeza en el robot, y dedujo que seguramente el porro haría de suministro. Justo antes de que el robot girara sobre sí mismo y aplastase a Kertch contra el suelo, este pudo apreciar que efectivamente el porro parecía estar menguando de tamaño lantamente.

Se levantó del suelo justo a tiempo de evitar un placaje con el que el robot pensaba aplastarlo contra el suelo y rodó hacia atrás para esquivar un puñetazo de la criatura contra el lugar que había ocupado segundos antes, y que dejó un enorme boquete en el suelo. Sus pies patinaron sobre el suelo varios metros hacia atrás y se quedó en cuclillas observando atentamente a su enemigo.

Kertch pensó rápidamente que la forma más efectiva de acabar con él sería conseguir que el porro se apagara, pero él no dominaba el Suiton, y no veía nada en la habitación que contuviese agua, por lo que sólo le quedaba una posibilidad.

Mientras el robot corría directo hacia él desde la otra punta, Kertch adoptó la típica pose de los corredores antes del pistoletazo de salida, sacó dos porros de su bolsillo y los aumentó con la técnica Suu del porro-espada para formar dos afiladas katanas; una en cada mano.

Cuando consideró que el robot estaba más desprotegido, se agachó un poco más, asegurandose de que la planta de sus pies apuntaba hacia la pared de atrás y disparó un potente chorro de Tobidasu, directo hacia su enemigo.





-DESTRUIR OBJETIVO, DESTRUIR OBJETIVO, DESTRUIR OBJETIVO, CHUIIIII...























-Eso es... Deja tu cabeza al descubierto...













El tiempo pareció congelarse cuando Kertch giró en el aire, esgrimiendo los porros-espada y asestó dos tajos horizontales en la base del porro que llevaba el robot sobre la cabeza, cortándolo limpiamente desde la base.

El porro cayó al suelo y se apagó al momento, mientras que el robot empezó a soltar chispazos, cayó estrepitosamente y luego unas pequeñas explosiones se formaron por todo su cuerpo.

Kertch se acercó a la máquina hecha pedazos, pero al acercarse esta desprendió un potente fogonazo de luz verdosa, y por el chorro de luz fue ascendiendo en el aire lo que parecía un trozo de papel.

Kertch lo recogió del aire y al momento el chorro de luz se apagó para siempre. Al bajar la mirada para leer el papel, descubrió la tipografía, puesto que además últimamente se la había encontrado ya en varias ocasiones.






-¿Otra carta de nuestro padre? Un segundo... ¡¡Es verdad!! ¡Ya me acuerdo!








Y en ese momento Kertch recordó que ya había visto estos porrobots (pues así los llamaba su padre) en el taller que tenían en el sótano de su casa, en la Aldea del Peta.
Por un momento le invadió la nostalgia al recordar a su padre, que era inventor, enseñandole sus últimas creaciones y compartiendo con él sus logros y sus fracasos.

Pero antes de poder emocionarse más, su vista se clavó en el contenido de la carta.

Querido John.

El otro día me fumé a una vieja, ¿sabes? Me preguntó que si tenía fuego y le dije que podía hacer una barbacoa con ella si quería. La tipa salió espantada y la tuve que enrrollar y fumar como Dios manda, claro. Jojojo, recuerdo que esto le divertía mucho al pequeño Pyros... Seguro que si todavía vive el rubiales hace este truco en honor de su maravilloso padrino, jojojo.

Bueno, y aparte de esta anecdota sin importancia, te quería decir que sí, que ya he visto trescientasmil veces los diseños de tus últimos robots, so cansino, y que no hace falta que me mandes más, que están todos muy chulos.

Por cierto, macho, te estás apalancando ya demsiado en la ciudad minera aburridisma esa, ¿no? Estar tanto tiempo allí, sin echarte un buen pei... Yo sé que te sientes más seguro allí, y dado que eres un fugitivo te supone el lugar perfecto para seguir con tus inventos, pero necesitas una plantación de las buenas, macho. Osea que si quieres volver a salir con papi un dia de estos no tienes más que avisarme y nos vamos los dos a fumar gente, ¿de acuerdo?

Bueno, te dejo, que tengo a un negro haciendome un biturbo y creo que el muy inútil le ha dado una calada. Como me lo encuentre mamao te juro que no respondo.

Sayonara, baby!!

Tu rival y siempre amigo. Jack Sporrow.


Kertch se encontró muy sorprendido al leer la carta de Jack. Principalmente porque esta estaba escrita en un tono muy diferente del anterior mensaje de Sporrow que habían encontrado, mucho más informal, lo que le hacía pensar que en esta nueva carta ya debían de haber recuperado bastante el contacto y la confianza de nuevo. Su padre debió de pasar mucho tiempo escondido en Aurumia para que Sporrow lo tuviera tan localizado.

Por otro lado, Kertch dedujo que su padre debió de marcharse hacía poco tiempo de allí, dado que la anterior carta revelaba que había sido escrita estando Pyros y él todavía en Konoha, y aquello no había pasado hace mucho, por lo que en Esparta su padre debió de quedarse también poco tiempo.

Mientras pensaba en todo esto, el Nara abrió la trampilla y bajó las escaleras de nuevo hacia los túneles subterraneos, esta vez con más calma y observando cada pasadizo que encontraba cuidadosamente en busca de pistas.
No tardó mucho en distinguir lo que parecía una quemadura en la piedra de una pared, y siguiendo el recorrido pudo notar cómo un creciente olor a marihuana se hacía perceptible en una dirección. Al final del camino se encontraba una habitación de la que salían terribles aullidos, por lo que Kertch se paró un segundo frente a la puerta, temeroso de lo que podía encontrar.

Tragó saliva, empujó la pesada puerta y entró en la habitación. En su interior, Kertch pudo reconocer con un rápido barrido visual varias cosas verdaderamente desconcertantes.

A la derecha de la sala se encontraba una cama antigua, con cortinas de seda muy tupida y que tapaban lo que había sobre el colchón. A la izquierda estaba un enorme boquete en la pared, a través del cual se veía parte de la habitación contigua, y sobre ellos una lámpara vieja de cuatro bombillas, que ya tenía tres fundidas y la restante parpadeaba lastimeramente.

Así, en esa situación de semipenumbra, Kertch distinguió la forma de un chico sobresaliendo a través del agujero de las cortinas sobre la cama, y al que solo se le veía la mitad del tronco. Pero incluso a través de aquella baja iluminación, Kertch podía reconocer perfectamente a un Hino desamparado e histético, que gritaba y lloriqueaba penosamente pidiendole auxilio.

Kertch no se lo pensó dos veces. Desenfundó nuevamente los porro-espada y se lanzó contra la cama, cortando por la mitad las cortinas y dejándolas caer pesadamente al suelo, revelando con ello el interior de la cama.

Entonces vio que sobre ella había otro porrobot de dimensiones parecidas, en pose sospechosa y que ya tenía a Hino con los pantalones bajados, el trasero en pompa y a cuatro patas, tratando desesperadamente de escapar de la máquina.


-OBJETIVO LOCALIZADO, FOOOOKKKK.... FORNICAR OBJETIVO... FORRRNICAAAARRRR....
























-Estooo... Hino... ¿Qué haces? Se supone que tenemos que encontrar a Pyros, no entiendo qué haces aquí divirtiendote con este porrobot.






-¡¡PERO SERÁS MAMONAZO!! ¡¿TE PARECE QUE ME ESTOY DIVIRTIENDO?! ¡QUITAME A ESTE ROBOT MARICÓN OBSESIVO DE ENCIIIMAAAA!


Y Kertch pensaba hacerlo... De verdad. Otra cosa es que pensara hacerlo deprisa, se dijo entre risas.


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