lunes, 27 de octubre de 2008

La verdadera historia... Capítulo 1.7









Yonko






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Kertch y Pyros corrían a toda velocidad, perseguidos por sus captores, que, menos acostumbrados que ellos a hacer ejercicio después de una gran fumada, se estaban ahogando y apenas podían seguirles.


Corrieron y corrieron hasta llegar a una zona plagada de campos de arroz, donde ambos se vieron tentados a probar formas más exóticas de fumeteo, pero decidieron seguir corriendo a regañadientes , pues los miembros de la Liga, aunque lejos, todavía les estaban siguiendo.


Al cabo de unas horas, llegaron a un lugar extraño, en el que dos gigantescas e imponentes estatuas acompañaban el curso de una cascada inmensa. Las estatuas parecían un poco desgastadas, y presentaban los agujeros típicos de una gran batalla.

Por un momento, Pyros se quedó mirando fijamente una de ellas, mientras sus ojos se ponían vidriosos, y una mueca de felicidad casi infantil se dibujaba en su rostro.
El Yonko sabía que Pyros ya estaba resignado a no fumarse todo lo que encontrasen, hasta haber dado esquinazo a sus captores (lo había aceptado a base de golpes).
Pero entonces... ¿A qué venía esa felicidad y esa cara nostálgica? De mala gana, decidió preguntar.



-¿¿A qué viene ese careto?? ¿Qué te está trayendo tan buenos recuerdos como para poner esa cara de pánfilo?










-No es nada... Es solo que... Me recuerda a una estatua con forma de Hokage que una vez me fumé en una misión de patrulla con la Anbu, jujuju...

(Para los que no lo leyeran)



Kertch puso los ojos en blanco y se lo llevó a rastras de allí. Hasta que llegaron a un puente.
Es curioso... Aquél puente se llamaba "puente de Naruto".


Después de que Pyros empezase a babear y a lanzar miradas de soslayo mirando hacia atrás por si sus perseguidores llevaban al niño consigo, ambos siguieron corriendo hasta llegar a una costa. Un cartel les anunciaba que habían cruzado la frontera y ahora estaban en otro país. El país de las olas.

Cerca de la costa, había enormes acantilados, lo que significaba que estaban arrinconados.






-Maldita sea!! Si saltamos desde aquí, estaremos...










-Muertos. Exactamente... Pero eso iba a suceder de todas maneras, de modo que... Elegid vuestra forma de morir, que hoy estamos generosos.











Kertch y Pyros no se lo pensaron dos veces antes de saltar...

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