
Nara Pyros

-¡Maldito Anbu salvaje! ¡Intentabas fumarme! Ahora te vas a enterar, vaya que sí... ¡¡Rasengaaaaan!!

Eyh! No te pongas así hombre... ¿Qué vas a hacer con esa bolita?... ¿jugar a las canicas?, yo también se jugar a eso.
Pyros creó una bola gigantesca de llamas y estaba a punto de arrojársela a la cara cuando escuchó una voz que le resultaba muy familiar.

Ah, y deja de hacer pellas en las reuniones Anbu, que ahora soy el líder y tener que perseguirte no me hace ninguna grac... ¡He dicho que lo sueltes, coño! ¡No, no está rico, y te he dicho cientos de veces que no se fuma a la gente!

-Jooo... tu siempre tan aguafiestas...
Agachó la cabeza y dijo en una voz baja y un tanto deprimida.

-Pos nada... me iré para mi casa a ver si me animo...
Y a ti ya te cogeré otro dia renacuajo.
A lo que el chavalín respondió sacando la lengua. Y cada cuál puso rumbo a su casa.
Cuando ya se hubo Pyros alejado lo suficiente del resto de personas como para que no le vieran, puso de nuevo el rumbo a la casa del Hokage, sitio donde se dirigía hasta que se encontró con aquel muchacho rebelde.

-(Bueno, ya es hora de ir zanjando asuntos pendientes...)
Cuando por fin llegó, se encontró en la puerta a un par de guardias.
-¿A dónde te crees que vas?, Nadie puede entrar sin autorización.

-Traigo un papel para Yondaime, es importante, va a estar que arde en cuanto lo vea.
-Mmmm... bueno está bién, pasa.



En el mismo instante en el que Yondaime terminaba se pronunciar la última sílaba de su frase se oyó una voz susrrándole al oido, mientras un humo gris se extendia alrededor de su cara, una voz y un olor conocidos...

-Él no... pero yo si...

¿Qué, q... que haces aqui?, ¿a que ha... as venido?. ¿Pe, pe, per... o qué haces con ese papel tan enorme?. ¡¡Hey!! n, n, n... o me mires con esa cara. Sue, sue, suel, ¡¡¡suéltame!!!, ¡¡¡Socorro!!!, ¡¡¡Alguien me ayude!!!, ¡¡¡intentan fumarme!!!, ¡¡¡Mamáaaaaa!!!...

-Nada como un buen peta...

-¡¡¡Ahhhh!!!...

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