miércoles, 15 de diciembre de 2010






Nara Kertch












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Kertch se encontraba bajo los efectos de la china, pero percibía lo que sucedía a su alrededor a través del delgado y borroso muro que constituía su conciencia.


-Maldito seas, Aaron... Cuando me libere voy a hacerte pagar por esto...







Su hermano había conseguido cegarle momentáneamente, y se dirigía a toda velocidad directo hacia Aaron y su monolito.


-Vamos, Pyros, tú puedes... sé que Jack te preparó para desafíos mayores que este...







Mientras observaba sin poder hacer nada para ayudar a su hermano, los recuerdos trasladaron a Kertch muchos años atrás...

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Kertch, con 9 años, llega a un claro en el bosque y escucha las voces de Pyros y Jack Sporrow. Se asoma entre las hojas de un arbusto y contempla en silencio el entrenamiento de su hermano.


-¡¡Pyros!! Necesitas controlar todo ese poder si quieres llegar a ser algún día un porreta legendario. Debes sentir fluir el mono por tu cuerpo y convertir esa energía en una explosión de ansia.
¡¡Solo así podrás molar tanto como yo!! (le guiña un ojo)







-No lo entiendo, Tito Jacky. ¿Quieres decir que no debería fumarme a mi enemigo directamente? ¿Retrasarlo aumentará mi poder?







-Eso solo lo sabrás algún día. Lo que debes recordar claramente de la clase de hoy es que cada porro tiene un momento predestinado para ser fumado. Si lo fumas en un momento distinto al que le pertenecía por derecho, esto solo te causará problemas. Aprende a reconocer el momento en que debes fumarte a tu objetivo y serás tan guay como yo (guiño otra vez).





-Ah, creo que ya lo entiendo... ¡¡Pero eso es muy difícil de hacer!! ¡La tentación es demasiado grande!







-Ya sé que es muy difícil, Pyros. Pero tú no eres un cualquiera, ¿no? Eres mi ahijado, mi sucesor. Algún día tu hermano y tú os enfrentaréis a enemigos con el poder de destruir el mundo y debes estar preparado. ¡¡Vamos a entrenar para cuando llegue ese día!! ¡No puedes dejar que tu hermano te supere, chico! Si eso ocurriera, ¿sabes lo pelmazo que podría ponerse tu padre? ¡El cree que mis métodos no son los correctos, pero se equivoca! ¡Demostrémosles quién manda! ¿vale?





-¡¡Sí, Tito!! ¡Lo haré lo mejor que pueda!









Kertch se retira de allí sacudiendo la cabeza. Había sentido una convulsión y temía que el Yonko pudiera salir, por lo que sale corriendo hacia casa...

....

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Dejando de recordar justo a tiempo, el peliverde pudo ver cómo Pyros se lanzaba contra su tío, cargando en su mano una gigantesca bola de fuego, mientras éste se cubría con los brazos para no recibir el impacto.


Sin embargo, el rubio dirigió el cañonazo directamente contra el techo, causando al momento que una avalancha de pedruscos se desprendieran del techo y cayeran sobre Aaron.

Aprovechando la confusión, y resistiendo la tentación de fumar a su tío, Pyros voló directo hacia el monolito.


-Eso es tecnología Suu... probablemente el monolito estará hecho de ese metal infumable. La única forma de destruirlo es... ¡Ah! ¡Ya lo entiendo Tio Jack!






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-(...) debes sentir fluir el mono por tu cuerpo y convertir esa energía en una explosión de ansia... (...)






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El cuerpo de Pyros se encendió con un aura ígnea, completamente cubierto de llamas y se propulsó a toda velocidad contra el monolito, como si fuese un misil humano.
La explosión resultante al impactar contra el aparato causó una nueva onda expansiva, que terminó de resquebrajar las paredes y el techo de la habitación.

El desprendimiento arrojó una nueva lluvia de pedruscos sobre Aaron, lo que sumó este shock al desconcierto de sentir que el monolito había explotado, y todos los soldados que había fuera se liberaban del control.


-¡¡No!! ¡¡Es imposible! ¡Mi control multiplicado! ¡NOOOOOOOO!








La montaña de rocas cayó sobre Aaron, mientras Pyros salía volando para esquivar el desprendimiento. Unos segundos después volvió a aterrizar sobre los escombros del edificio, y miró a su alrededor.


-¿Kertch? ¿Dónde estás?






Tras unos segundos de espera, la montaña de rocas que había en el suelo se revolvió con fuerza, y de ella salió el peliverde, con el control de su cuerpo recuperado y cara de malas pulgas.


-Aquí estoy, hermano... ese bastardo se ha pasado de la raya. Creo que ya es hora de darle su merec...





Tras unos instantes, Kertch empezó a convulsionar, incapaz de retener al Yonko por más tiempo.



-Vale, se acabó el cachondeo. Viendo que sois incapaces de terminar siquiera con un simple Petakage voy a ocuparme yo mismo de fumarlo, y tú vas a apartarte, desgraciado ladrón de kages.



Pyros refunfuñó que no tenía ninguna intención de dejar escapar ese porro tan fácilmente, pero antes de que pudieran seguir peleando, los escombos volvieron a moverse y de ellos salió Aaron, con una mirada de ira helada en el rostro.



-Ya me habéis cansado. Destruir ese monolito sagrado ha sido un grandísimo error, Pyros. No sabes el tiempo que he dedicado a reclutar ciudadanos para formar mi propio ejército de soldados, y ahora los que han sobrevivido al derrumbe de la mansión están correteando libres muy lejos de aquí.
Voy a mataros aquí y ahora, y luego os fumaré.




Aaron se lanzó al ataque, mientras utilizaba su chakra para moldear un puñado de porros y convertirlos en flechas terriblemente afiladas.
Un arco de oscuridad formado con energía pura se formó en sus manos y empezó a disparar una ristra de flechas directamente contra los dos naras.




-Vaaya... esos porros están cubriendo el cielo...







-Pues fumaremos a la sombra.







Para sombro de Aaron, la respuesta de sus dos contrarios fue exactamente la misma. De alguna parte sacaron dos rollos de papel enormes, y los colocaron a forma de embudo para atrapar en el aire el mayor número posible de Petas. Al terminar el embudo en una apertura más pequeña que la de la punta de las flechas, ni una de estas llegó a bajar del todo, sino que quedaron enrrolladas en masa y listas para formar un par de super-porros que no tardaron en encender.



-Oye, este tío me cae bien. Tiene unas técnicas la mar de útiles para las fiestas.







-Ya, si no es mal tipo. Lo que pasa es que se pone muuu pesao con lo de querer matarte, y dominar el mundo y todas esas chorradas.







-Ya veo...








-¿¡¡Queréis parar de cachondearos!!? ¡Merezco un respeto! ¡¿Soy el Petakage, vale?!








Decir aquello fue un error, pues súbitamente los dos jóvenes perdieron la simpatía por él y volvieron a mirarlo como un objetivo a fumar.
Levantándose al unísono y mirándose de reojo, el tiempo pareció pararse cuando los dos adoptaron una pose en completa tensión, como felinos preparándose para atacar a su presa.


-Ahora en serio, es MIO. Vas a apartarte y dejar que me fume a ese Petakage o te hago picadillo. Estás muy cansado después de tantas peleas y no me durarías ni medio asalto.






-¡Oh! No me digas. ¿Eso crees? Que yo sepa tu poder también está muy limitado mientras permanezcas encerrado en el cuerpo de mi hermano. No te des ahora aires de Dios, porque mientras estés ahí dentro solo eres un estúpido pajarraco sin autoridad ni porros.




La tensión del ambiente era tremenda, y cuando Aaron trató de interrumpirla con una nueva amenaza pero ya con la voz teñida por un miedo cada vez mayor, recibió un ladrido conjunto.



-¡¡TÚ TE CALLAS!! ¡AQUÍ NO TIENES VOZ NI VOTO SOBRE QUIÉN TE FUMA!






-Okey...










Los dos se avalanzaron sobre el Petakage, pero por el camino empezaron a putearse con trampas que iban desde los simples codazos al principio hasta auténticos tornados y llamaradas al final, que hacían imposible a cada uno de ellos seguir avanzando y esquivar los ataques mortales al mismo tiempo.



-Bueno, está bien. Así no vamos a poder fumárnoslo ninguno, y el basura este se va a terminar escapando.
Ni pa ti ni pa mí. Propongo que lo destruyamos por completo, así ninguno de los dos se saldrá con la suya.







¡Pero eso no es justo! Tú ya te fumaste un Petakage. Te fumaste MI Petakage. Esta vez me toca a mí!!!









-No es verdad. No me lo fumé o de lo contrario este no estaría aquí, ¿no? Sigue vivo, luego ahora mismo nadie se ha fumado ningún Petakage. Destruyámoslo y ya nos pelearemos con más tiempo por ver quién se fuma al próximo, ahora que sabemos que la Aldea del Peta fue reconstruida en alguna parte.





Bueno... está bien... Prepara tu mejor técnica, merluzo.









Los dos acumularon las últimas fuerzas que les quedaban para disparar un chorro de energía desintegrador y aniquilar por completo a Aaron.




-Ehhh... chicos... esperad un momento, por favor... Eso parece peligroso. ¿No podemos hablarlo?










-Me parece que no.








¡¡DESPÍDETE SABANDIJA!!









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