
Nara Kertch
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Kertch escuchaba interesadamente lo que el hombre le explicaba. Por lo visto, aquella ciudad, llamada Aurumia, había sido un importante núcleo comercial y minero en el pasado, que prosperaba felizmente antes de la llegada de Folgore. En el momento en que este nombre salió en la conversación, Kertch se mostró sorprendido y quiso asegurarse.


Definitivamente era el mismo Folgore que el grupo se había encontrado tiempo atrás, y que todos habían visto desaparecer desintegrado en medio de una tremenda explosión suicida causada por él mismo.
El Nara iba a hacer más preguntas cuando algo desvió su atención. A la izquierda de la cabeza de Geiler, justo a su espalda, estaba la dichosa puerta por la que Pyros e Hino habían estado un tiempo preguntando, solo que entonces estaba cerrada y ahora se encontraba abierta de par en par.
Maldiciéndose a sí mismo por no haberse percatado de la desaparición de sus compañeros, Kertch se levantó rápidamente de la mesa y empezó a caminar hacia las escaleras.

El hombre echó a correr más rápido todavía que Kertch, apartándolo de un empujón y bajó las escaleras a toda prisa gritando como un poseído algo de que no liberarían a su prisionero.
Uranior lo miraba todo aún sentado desde la mesa, y no parecía tener intención de moverse. Kertch se incorporó con rapidez y corrió detrás de Geiler, cada vez más mosqueado con el misterio del asunto hasta que el final de las escaleras comenzó a estar cada vez más iluminado y ruidoso.



Pero era demasiado tarde. Pyros se había lanzado sobre Folgore, papel en mano, y lo estaba persiguiendo por todo el desván, mientras éste corría y brincaba por la habitación, esquivando con agilidad al rubio.
Llegado un momento, Pyros se desesperó y empezó a lanzar cañonazos de fuego contra su víctima, alegando que tostadito tampoco perdía mucho sabor y al menos así se estaría quieto.
Nada más lejos de la realidad. Folgore siguió esquivando los disparos hasta que se encontró arrinconado contra una pared.
Por supuesto, Folgore no estaba dispuesto a ello, y en cuanto recibió el cañonazo dio una voltereta hacia adelante, dejando a su espalda un enorme boquete en la pared. Entre la confusión y el humo, Folgore logró levantarse deprisa y correr por el agujero, detrás del cual sorprendentemente había más escaleras, y siguió bajando antes de que nadie pudiera detenerlo.
Pyros chasqueó la lengua y salió corriendo detrás de Folgore una vez más, mientras Hino le seguía. Pero cuando Geiler trató de hacer lo mismo, Kertch lo cogió del cuello y lo estampó contra la pared.

El hombre se resistió unos segundos, pero enseguida se dio cuenta de que era inútil y agachó la cabeza.

Cuando el pueblo decidió desistir y marcharse, yo me quedé aquí, pero porque fui el único lo bastante rabioso con ese maldito como para quedarme buscando venganza.



Y ahora dime, ¿a dónde conducen esas escaleras?
Dijo señalando al boquete en la pared.

Sin esperar más respuesta, Kertch soltó a Geiler y dejó que se desplomase contra el suelo antes de echar a correr por las escaleras. Sin embargo habían pasado varios minutos y tanto Hino como Pyros habían desaparecido en el entramado de conductos subterráneos. Cada pocos pasos aparecía una nueva bifuración, en ocasiones con hasta seis caminos distintos a elegir, por lo que era muy improbable que los encontrase.
Intentó conectar telepáticamente con su hermano, pero Pyros parecía estar bastante enajenado mentalmente mientras perseguía a Folgore. Hino por lo visto debía de haberse perdido también, porque no estaba con el rubio.
Kertch dejó el resto al azar, y siguió corriendo por los pasadizos girando de vez en cuando aleatoriamente hasta que al final vislumbró una salida. Subió unas escaleras y empujó la trampilla metálica sobre su cabeza para ver dónde se encontraba. Nada más sacar la cabeza escuchó un sonido mecánico y el eco metálico de unos pasos sobre el suelo.
Se encontraba en una habitación en semi-penumbra, aparentemente cerrada durante mucho tiempo. Pero no tuvo tiempo de estudiarla con mucho más detenimiento porque los pasos metálicos se hicieron cada vez más fuertes mientras una extraña figura robótica salía de la oscuridad.
